-Estados unidos puede estar preparando pedir en extradición a los jefes de las Farc
– Dar un compás de espera a Colombia para obtener más resultados en contra de narcotráfico especialmente erradicación de cultivos
Por qué es tan difícil para EE.UU. asimilar el proceso actual…
Colombia se encuentra en el tren de la paz; independientemente de posturas políticas o percepciones sobre los acuerdos negociados con las FARC, la comunidad internacional en su generalidad, de la mano con el Gobierno Santos, han celebrado el fin del conflicto colombiano: de más de cincuenta años de guerra, muertes, secuestros, violaciones de derechos humanos, y demás crímenes cometidos por todas las partes involucradas. Por este motivo, para algunos puede ser complejo entender la dura postura y la falta de apoyo del gobierno de EE.UU., encabezado por el Presidente Trump, frente a los acuerdos de paz, y sus manifestaciones como la reciente amenaza de descertificar a Colombia en la lucha contra el narcotráfico.
No obstante, considerar esta postura de EE.UU. como una de las excentricidades de “Trump” podría presentar unos errores de análisis y, de hecho, se puede entender que esta posición responde a los siguientes factores: la cultura y sistema judicial de EE.UU., y la política exterior colombiana en años recientes, la tradición realista de la política exterior estadounidense y el deseo de posicionamiento americano.
Empezando con el sistema judicial norteamericano, es evidente tanto a nivel formal, como a nivel informal a través del cine, los libros y demás manifestaciones culturales de EE.UU., que la cultura judicial del país se basa en penas. En este sentido, es común ver que los líderes y autores intelectuales de las mafias, del crimen transnacional, del terrorismo, los “llamados peces gordos” son el premio mayor de la justicia. Por lo tanto, es común ver a bajos y medianos mandos capturados por las autoridades americanas realizando “plea bargains”, acuerdos de reducción de penas, a cambio de testificar, recolectar información o infiltrarse en ciertas organizaciones para lograr la evidencia necesaria en contra de los peces gordos del crimen.
Esta visión puede explicar en parte la aprehensión y la falta de entendimiento del EE.UU. de los acuerdos de paz, donde de hecho se espera suceda todo lo contrario: las mayores penas para bajos y medianos mandos; y los mayores beneficios para los peces gordos. Así mismo, la falta de confiscación de bienes, y demás figuras comúnmente utilizadas en la justicia americana en contra de estas figuras, quienes en su entender son criminales.
Esta última frase nos lleva al siguiente factor de análisis de la posición americana: la política exterior colombiana. Desde el Gobierno Pastrana, siguiendo por el de Uribe, con Santos de Ministro de Defensa, nos encargamos como Estado, de posicionar a las FARC como narcotraficantes o como criminales, de reforzar esta imagen. No malinterpretemos esto, el Plan Colombia y el apoyo financiero y tecnológico otorgado por EE.UU. al Gobierno colombiano para el conflicto jamás respondió a un deseo altruista o incluso político estadounidense de apoyar a pueblo colombiano a alcanzar la paz, a disminuir las muertes, a mejorar el manejo de derechos humanos, o demás nociones; respondió únicamente a luchar contra el narcotráfico. Por tal motivo, nos encargamos de conseguir esos fondos (millones de dólares)mostrando las actividades narcotraficantes del grupo guerrillero, apoyando la extradición, fortaleciendo penas en contra del tráfico, e incrementando la incautación, la destrucción de cultivos, entre otras medidas.
Por lo anterior, es algo lógico que, en este proceso de paz, después de haber posicionado a los capos guerrilleros como capos del narcotráfico, EE.UU. no sea capaz de comprender que un capo del narcotráfico no sea extraditado, obtenga los mejores beneficios de la JEP, y pueda ser parte del Estado. Para este país es como decirles que el Chapo Guzmán puede ser Presidente o Congresista de México, porque los líderes guerrilleros eran los mayores líderes de tráfico de drogas en el mundo, y ahora pueden ser miembros del Estado, el cual siempre fue su aliado en la lucha contra el narcotráfico. Así mismo, después de millones invertidos y entregados al Estado colombiano, puede resultar algo difícil escuchar que no se utilizará aspersión, el método más masivo de eliminar cultivos (independientemente de los problemas de salud que puede generar que aumenten las hectáreas de cultivos de coca, y que las opciones del Estado son la sustitución y erradicación manual de la mano con los ex miembros guerrilleros, es decir, los narcotraficantes. Para ellos es como decirles que vamos a poner al ratón a cuidar el queso.
Después de pedir recursos, de posicionar a los guerrilleros como narcotraficantes, de pedir congelamiento de sus cuentas internacionales, de pedir que pusieran a sus líderes en las listas de terroristas y criminales en todo el mundo, estamos pidiendo que los quiten, que olviden estos crímenes de drogas que solo eran medios para la guerra (y que ahora solo son de crimen común y disidencia), y que no pidan penas en contra de los líderes narcotraficantes: que se monten en el tren de la paz.
Y es que los argumentos del fin del conflicto más largo en América Latina, del desarrollo político, de la paz y la reconciliación que vemos como la prestación por llegar a un acuerdo con los guerrilleros y de seguir adelante, no sirve con EE.UU. Es más, es ingenuo pensar esto, debido a que como dijimos anteriormente, el interés principal de este país en el conflicto fue la lucha contra el narcotráfico. El gobierno Trump solo mira el delito del narcotráfico y sus autores (Farc) sin importarle los acuerdos de paz.
El siguiente factor consiste en la visión tradicional de la política exterior americana. La zanahoria y el garrote, la visión “realista” del sistema internacional, y el valor del hard power (a excepción de la visión de Smart Power del Gobierno Obama y el neoliberalismo de Clinton), han sido una constante en la política exterior estadounidense. Para ellos, la democracia y el sistema internacional bajo su hegemonía, implica una visión parroquialista, el bien contra el mal (evidente en la guerra contra el terror); lo cual nos impacta, porque la visión hacia Colombia no era el conflicto interno y sus impactos en la población, era la lucha del Gobierno (el bueno) contra la guerrilla (el malo). Eliminar esa visión parroquialista bajo nuestros acuerdos, no es fácil de asimilar para ellos.
Finalmente, tenemos que entender la situación política actual del país y las aspiraciones del Presidente Trump. Estados Unidos atravesó una fuerte crisis reputacional de su hegemonía, tanto a nivel económico con la crisis hipotecaria y sus consecuencias, como a nivel político debido a la falta de credibilidad en su manejo de la invasión de Iraq y los grupos de Al Qaeda e ISIS. La promesa de Trump fue “make America great again”, hacer el país grande de nuevo, y su visión de cómo hacerlo es precisamente un retorno al realismo y al hard power. Por tal motivo, para EE.UU. puede ser intolerable en su política exterior que Colombia no extradite a estos capos y que puedan llegar a hacer parte del Estado; a pesar de todos los recursos donados, Colombia se pasaría por el forro la posición americana. Además, esto implicaría un terrible precedente no solo para países receptores de recursos americanos, sino para circunstancias actuales como la posición mexicana en la lucha contra el narcotráfico, o la posible amnistía a narcotraficantes militares del régimen Maduro una vez se solucione la situación de Venezuela. La postura colombiana sobre la falta de justicia o extradición de estos líderes guerrilleros puede entonces ser interpretadas como un reto o un obstáculo al objetivo de Trump de recuperar la hegemonía y el liderazgo de Estados Unidos en el mundo, empezando por su propio patio trasero, América Latina.
La encrucijada de Santos: cómo resolver a tiempo
El Presidente debe negociar y dejar de lado las bravuconadas, estas no funcionan con Trump, debe pedir tiempo para mejores resultados y tratar de cumplir, no permitir que se enfríen las relaciones. La cita de hoy para hablar sobre Venezuela si Trump lo permite, sería un buen escenario.
La situación se torna seria y de difícil manejo, podría verse afectado el proceso de paz y producir un descalabro en nuestra economía, ellos son nuestro principal aliado comercial. Si en el peor de los casos Estados Unidos pide extradición, Santos se vería obligado a autorizarla?
No obstante, para EEUU es mejor conservar como socio y aliado principal a Colombia, entre otras para el tema de la situación en Venezuela, sería un as bajo la manga de Santos para bajar la presión de Trump y el Congreso estadounidense.
Por lo pronto hay que esperar , Trump es impredecible no se sabe con qué tipo de sorpresa pueda salir….
Por Carmelo Castilla