Por Carlos Villota  Santacruz
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Cuando en la década de los 90, el Club de Fútbol Boca Juniors alcanzó títulos en su país y en el exterior, con la presencia de una trilogía de colombianos como Oscar Córdoba, “Chicho” Serna y “El Patrón” Bermúdez, detrás de este logro deportivo no solo fue protagonista el técnico Carlos Bianchi, sino el hoy presidente electo de Argentina Mauricio Macri.
Un ingeniero con vocación empresarial, que a través del trabajo, disciplina y una comunicación efectiva y con alto valor agregado, alcanzó visibilidad y el reconocimiento de sus compatriotas, a través del fútbol, que lo llevó a aparecer de manera tímida en el escenario político, hasta elevarse como el sucesor en la Casa Rosada de Cristina Fernández de Kirchner.
Macri –el Creador de un Partido de Centro- tiene el reto a partir del 10 de diciembre, de ajustar una economía que no ha crecido en el último año –solo el 0.5 por ciento- y debe tender puentes con la oposición en el Congreso, que “baje la temperatura del clima político”, caracterizado por confrontación y odios, entre ricos y pobres, con el propósito de construir gobernabilidad.
Si bien mantendrá algunos programas de la política social de su antecesora, como la asignación Universal por Hijo, reafirmará su posición como Jefe de Estado en no contra el aborto y la despenalización del uso de la marihuana (un debate abierto, que además origina todo tipo de opiniones).
De entrada, Macri contará con el apoyo de la dirigencia de centro-derecha, empresarios, activistas de organizaciones no gubernamentales, jóvenes profesionales y los medios de comunicación, que en los últimos 12 años se quejaron abiertamente, por la “mordaza” que se levantó desde la  Casa Rosada para el adelantar su trabajo.
Si algo tiene el entrante presidente, es que maneja el lenguaje de la comunicación. Ya lo demostró en su actividad privada y también en la pública como Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. “Quiero tener buenas relaciones con todos los países”, dijo como presidente electo, en una clara diferencia con Cristina Fernández quién mantuvo un “silencio abrumador en materia diplomática” con sus países vecinos, Estados Unidos y Europa.
Sus palabras, abre la puerta a un cambio radical de la geopolítica en América Latina, al colocar fin a la ruta Buenos Aires-Caracas, a la que se sumó por más de una década Bolivia, Brasil y Ecuador. Algo impensado un año atrás, cuando los Gobiernos de izquierda en el continente”, tenían la opinión a su favor.
Desde el 22 de noviembre, este panorama cambio. Todo gracias a un hombre que nació para la sociedad argentina desde una de sus pasiones el fútbol. Desde  el estadio de “la Bombonera”, que demostró lo que era capaz desde el principal cargo público de la ciudad de buenos Aires y que hoy, se levanta como una esperanza para una nación; que perdió su sitio en la coyuntura internacional, por su tendencia a una izquierda populista y  con más preguntas que respuestas, a la hora del balance.