A diferencia del primer debate demócrata, en el cual las interacciones entre los candidatos fueron en su generalidad amenas, y Hillary Clinton se posicionó a ojos del público como la candidata más fuerte, (ver Interesante disputa por la candidatura demócrata para la Presidencia en EE.UU.), en el segundo debate los aspirantes a la candidatura demócrata para la presidencia de EE.UU. se quitaron los guantes.
Si bien O’ Malley y Bernie Sanders no cuentan con la popularidad de Hillary, quien tiene poder de debate frente a ellos en temas de control de armas, por ejemplo, la arremetida de sus contrincantes se focalizaron en la señora Clinton.
La coyuntura de los ataques terroristas en París, aunados a los recuerdos de la crisis hipotecaria de EE.UU. y del movimiento Occupy Wall Street, son armas perfectas en contra de la ex Secretaria de Estado. Y es que sus posiciones en política exterior son una herramienta perfecta para alimentar la desaprobación de la opinión pública por decisiones que han impactad fuertemente a EE.UU.
En este sentido, Sanders resaltó que Clinton apoyó la invasión a Iraq y sostuvo que «argumentaría que la desastrosa intervención en Iraq – a la cual me opuse fuertemente – ha desestabilizado la región completamente y ha llevado al crecimiento de Al Qaeda y de ISIS».
De igual forma, O’Malley resaltó las falencias en la política exterior de la administración Obama, a cargo de la ex Secretaria de Estado Clinton, enfatizando la mala decisión de intervenir en Libia, lo cual ha desestabilizado aún más la región. Enfatizó que «Libia es ahora un desastre. Siria es un desastre. Iraq es un desastre. Afganistán es un desastre».
Ella trató de defenderse frente a estos puntos, diciendo que «si alguien tenía sangre de americanos en sus manos era Gadafi». No obstante, sus argumentos no fueron sólidos, y al pasar de la noche, fue asumiendo un tono cada vez más defensivo, particularmente en términos de política doméstica.
Y es que a pesar de tener la carta de ser mujer, sus atacantes resaltaron que los mayores donantes de su campaña han sido los miembros de Wall Street. Al respecto, Sanders afirmó «no seamos ingenuos. ¿Por qué a lo largo de su carrera política, el mayor contribuyente a las campañas de Hillary Clinton ha sido Wall Street? Ahora bien, tal vez son bobos y no saben lo que van a recibir, pero yo no lo creo.»
Hillay trató de responder que esos apoyos se dieron por el papel que ella jugó después del 11 de septiembre en la reconstrucción de Manhattan, lo cual generó mayor confusión en el público. Esto se evidenció con un tweet que preguntaba que tenía que ver la reconstrucción de Manhattan con contribuciones de entidades financieras. Clinton planteó que sentía mucho si no se dio a entender, pero la explicación quedó en el aire.
Si bien Hillary es la candidata mejor posicionada, parece ser que la estrategia de sus contrincantes no es posicionarse más que ella, sino generar dudas sobre la actuación de la candidata y sus propuestas. Las encuestas demuestran opiniones muy encontradas, el jueves pasado se publicó una encuesta del NY Times con CBS, en la cual el 53% de demócratas plantearon sentirse seguros de las capacidades de Clinton de manejar una crisis internacional, frente a 16% que expesó lo mismo de Sanders. Así mismo, mostró que el 52% de los posibles votantes demócratas apoyan a Clinton frente a 33% que apoyan a Sanders.
Sin embargo, este mes ABC News y Washington Post publicaron una encuesta que demuestra que 15% de los votantes tienen una imagen desfavorable de Clinton, lo cual refuerza una encuesta del mes de octubre de CBS News que mostraba que 61% de los votantes no confiaban en la candidata.