Por Alfonso Hamburger*
Juan Carlos Fadul no es tan puntual como un inglés, pero se me hace tan franco como un condenado a muerte que espera que se le conceda su último deseo. El de él es que se sepa la verdad del sector de la salud en Sucre, donde no existe un centro oficial de rehabilitación de menores, lo que propició la aparición de IPS de garaje y la contratación al garete, originando lo que se llama como el cartel de los enfermos mentales. Todo un disparate que tiene tras las rejas a muchos y en la cuerda floja a otros. El mismo ex gobernador Julio Cesar Guerra Tulena (2011-2015), cuando ejerció el mandato, ya no era una persona apta para administrar un departamento, menos si es Sucre, donde se han enquistado las siete plagas de Egipto. Para entonces, ya Guerra no podía manejar ni sus propias empresas, impedido por su familia. Lo que decía en la mañana ya en la tarde se le había borrado de sus neuronas. Es allí donde surgen manos externas que manejan la administración y aunque la prensa anuncia la develación de los autores intelectuales, nada suele pasar. La pita se revienta siempre por lo más delgado.
-El cartel de los enfermos mentales en Sucre, viene desde antes de Julio Guerra, dice Juan Carlos, quien por primera vez se reúne con periodistas independientes para contar su drama. En este septiembre, asistirá a una audiencia de imputación de cargos, en un proceso donde espera quedar libre. La IPS que creó, con un nombre pomposo y serio, producto de intentos previos, es una de las acusadas de falsos pacientes, a través de los cuales, desangraron las arcas de la salud. El ex diputado dice que la información que se cruza en la trayectoria de su IPS es mínima y se puede aclarar por una declaración que no coincide en el tiempo. “La persona que declaró no cuidó lo tiempos y es comprobable que mintió porque no sabía exactamente la fecha en que sucedieron los presuntos hechos”, precisa, como una de sus cartas para sortear el problema.
Fadul, que parece sincero, recuerda su paso por el Concejo de Sincelejo, donde hizo debates encendidos a los alcaldes de turno y después en la Asamblea Departamental, donde puso el dedo en la llaga. En el discurso trata de ser cauteloso, la mínima frase coja le puede generar conflictos. Y de eso quiere cuidarse. El debate tiene más tintes de desquite político que jurídico.
“Yo nací en el sector de salud, trabajé como vendedor de farmacia y luego me hice administrador de empresas”, dice, mientras va apuntando en una libreta, como para reafirmar su verdad.
En el año 2011, como diputado de la Asamblea de Sucre, realizó un candente debate sobre los falsos positivos en la salud. Sólo lo acompañó el diputado Carlos Fajardo Cardozo, quien hoy calla, quizás atragantado de mermelada criolla, advierte. Aquella vez la administración departamental había otorgado 23 mil millones de pesos en contratos para atender a enfermos mentales, todos al parecer a una IPS de papel en Corozal, pues no contaban con siquiatras. Había tanta escasez de estos profesionales, que parecían clonarse en el papel o los tenían que traer de otras partes. Aquí solo se está loco si no haces política. Tienen que verte desnudo en el parque Santander para que te crean loco. Pero lo cierto es que en una sociedad que acaba de atravesar un duro conflicto armado, están locos desde el Gobernador para abajo. Julio Cesar Guerra administró hasta el día que empezaron a olvidársele los discursos y lo escondieron. Y solo para hablar del pasado, porque en el presente los cuentos de intolerancia no paran, desde el jefe que se para en la entrada a ver quién llega tarde o del periodista que votó por esquís político para sacarlo del contrato de publicidad. Es la ley del talión. Se está conmigo o contra mí. El debate politico aun no ha pasado, para algunos que miran con espejo retrovisor.
Aquella vez se detectó la incapacidad operativa de la entidad de papel – dice Fadul- cuando descubrieron que a un anciano enloquecido lo tuvieron amarrado en un árbol de totumo (sucedió en Sampues), porque físicamente no había como atenderlo.
Hasta una loquita paisa, a la que no se sabe cómo le expidieron cédula de ciudadanía Sincelejana, tuvieron que llevarla los de la Clínica Santa Isabel a Medellín, después que parió del Mello, un lustrador de zapatos, en el parque Santander y su familia la halló completamente desnuda. La Policía- se supo aquella vez- la había botado para los lados de Tolú. Lo de la cédula si era sospechoso y no se sabe quién aprovechó su voto.
– La situación venia mucho más atrás, dice Fadul, quien pide raíces tropicales al vapor (yuca cocinada) con leche cortada (suero), mientras busca datos en su libreta.
A raíz del conflicto armado que victimizó al 33 por ciento de la población (En Sincelejo hay unas 150 mil víctimas del desplazamiento), los enfermos mentales abundan. En Sucre se ha disparado el suicidio. Más de 40 personas se quitan la vida todos los años. La hora de la siesta, en que los suicidas queda solos, es la más propicia para estos eventos, dice el padre Adalberto Sierra, preocupado por tanto suicido. Todos estamos locos o en camino de serlo.
Basado en esa realidad, Fadul crea en 2011 la Fundación Nuevo Ser, que recibe su primer cliente el nueve de abril del año 2012. En Sucre solo había cuatro siquiatras, que no daban abasto para la población. Su entidad, que hasta la fecha ha atendido a unos cinco mil pacientes, con casos pilotos de rehabilitación que hoy son ejemplo, tuvo que acudir a profesionales de otros departamentos, hasta tener siete. Abrió una subsede en Tolú, en la que dice haber perdido 1.200 millones de pesos, cuando la administración de turno le sacó la mano. Actualmente, y después que la mala imagen de la entidad, salpicada por denuncias de la prensa, mantiene una nómina de 52 trabajadores solamente. Parte de sus acusadores están en estampida, porque la Justicia se corrompió con carteles ya denunciados por la prensa. Dice que quedó en medio de esas dos mafias: la política y la justicia amañada. Uno de los Fiscales acusados, tocó su caso.
– He tenido que mal vender propiedades y acudir a préstamos para mantener la nómina, sostiene.
Fadul, habilidoso para las relaciones sociales y para defenderse, dice que ha sido satanizado por el solo hecho de apoyar sectores populares que tratan de sobrevivir en el debate sucio de la política local, donde el salvase quien pueda prima. Y donde las administraciones se dedican a dos cosas: a defenderse de líos jurídicos que siempre se generan, a sacar los réditos de la inversión del debate y a preparar la próxima contienda.
Dice que algunos administradores no lo reciben, mientras en la prensa lo atacan sin fundamento. Él dice defenderse con el servicio, mientras las IPS de papel siguen al acecho y la posibilidad de un centro de Rehabilitación del Menor, es un sueño postergado. Le envían los pacientes a su IPS, pero no le pagan. Lo tratan de asfixiar, por sus relaciones políticas opositoras en antaño.
En el proceso que implica a su IPS, Fadul dice que de un universo extenso, solo una pequeña parte se cruza en el camino, y que la declaración de una funcionaria monteriana, cuyo tiempo no cuadra en la realidad, es la única sospecha de un presunto delito de implicación en lo que se llama “En cartel de los enfermos mentales”.
La IPS Nuevo Ser estaría implicada en tres contratos durante 2014, en cuyos cobros habría sido falsificada la firma de un psiquiatra. En la de mayor cuantía, Fadul dice tener la prueba de su inocencia y en la de menor cuantía (32 millones de pesos), dice que hubo un testigo que falló porque no fue exacto en su declaración.
“La política nuestra ha sido un buen servicio, que implica lo social”, señala “y los casos hablan por sí solos”, puntualizó.
Mientras tanto, dice que mantiene la fortaleza en Dios y en un buen servicio, real, en espera de que la justicia opere cabalmente para salir adelante como empresario, en medio de un mundo de locos mentales. Es consciente, lo sabe, que esta situación, lo puede llevar a la quiebra.
*Periodista y Escritor Sucreño