Música, alegría y color fueron los ingredientes del desfile que recorrió las principales vías de Quibdó y que terminó en el estadio La Normal, con un claro mensaje: que los sueños se cumplen, y que no hay motor más fuerte que el amor.
Jefferson Mosquera sabe muy bien que el amor por el deporte vence cualquier barrera. Este joven de 14 años es portero del equipo de fútbol de las Escuelas Deportivas para la Paz del municipio de Tadó, y asegura con un brillo especial en sus ojos, que logró cumplir su sueño.
Sueño que le regala sonrisas cada vez que logra atajar un balón, que lo llena de emoción cuando ganan un campeonato y un sueño que le ha permitido alejarse de los peligros de las calles como él mismo cuenta: «gracias a las Escuelas Deportivas Para la Paz han logrado sacar a muchos niños de las calles, alejarlos de los vicios».
Es precisamente ese el propósito de la iniciativa de Coldeportes, que la niñez y la juventud de Colombia adquiera una cultura de la utilización del tiempo libre y que construyan a través del deporte valores para forjar los hombres y mujeres del mañana.
Como Jefferson son 800 niños, niñas y jóvenes que por medio de 39 monitores en todo el departamento del Chocó practican cada tarde con amor su deporte favorito, ese que les va permitir tener un mejor futuro y hacer de Colombia un país lleno de esperanza.
Este jueves más de 1000 pequeños y adolescentes de las Escuelas Deportivas para la Paz, de los Centros de Desarrollo Deportivo y de los Campamentos Juveniles se volcaron a las calles de Quibdó para hacer un recorrido en medio del sonido de las bandas de guerra, pero con un mensaje de paz, que los sueños se pueden cumplir, que el país ya escribe nuevas y mejores historias y que el festival alrededor del deporte nunca termine.