Oriundo de Girardot, hijo de militar, con dos profesiones, jugó en las inferiores de Santa Fe. Crítico de gobiernos. Vecinos afirman que fue trasladado al CAI y golpeado, luego inmovilizado con once choques eléctricos que produjeron su deceso.
MIÉ, 09/09/2020 – 13:54
Javier Humberto Ordoñez Bermudez de 42 años de edad y oriundo de Girardot, Cundinamarca, era un ingeniero aeronáutico y estudiante adportas de graduarse como abogado, sólo le faltaba aprobar inglés.
Murió en las últimas horas luego de que dos integrantes de la policía, adscritos al cuadrante 47 del CAI de Villa Luz, le descargaran en once oportunidades una pistola taser de 50.000 voltios. Los uniformados no quisieron oír súplica, “por favor, ya no más” repetía entre descarga y descarga. Fueron 17 las veces que clamó para que cesaran los disparos eléctricos.
Vecinos del barrio Santa Cecilia, ubicado en el noroccidente de Bogotá, utilizaron sus celulares para registrar la actuación de los policías que no cesaba, ni siquiera con la advertencia de que estaban siendo grabados.
“Suéltenlo, ya les dijo que no más, no sigan (…) no escuchan que no más” les gritó uno de los vecinos mientras grababa lo sucedido. Pero lo único que se escuchaba eran los gritos de Javier y el sonido de la electricidad generado por la pistola comercializada como no letal. Las descargas continuaron una y otra vez.
(Video: Momento exacto en que policías atacaban con un Taser a Javier Ordoñez)
Medía un metro con ochenta centímetros, era corpulento y atlético. De hecho, de niño soñaba con ser futbolista y se probó en las divisiones inferiores de Santa Fe. Pero ni siquiera su condición física, lo salvó de las descargas eléctricas, su corazón no aguantó y horas después murió en la clínica Santa María del Lago, en el occidente de la ciudad.
La noticia de su muerte conmocionó al país. Pero sobre todo, a su grupo de amigos de infancia en Girardot. “Éramos diez amigos de niñez, aquellos que no importa la distancia siempre seguíamos en contacto así fuera una vez al año”. Le contó a la Agencia de Periodismo Investigativo, API Mario Ortíz.
Javier Humberto es hijo de un oficial del Ejército. Prestó su servicio militar en Tolemaida, en donde se graduó con honores luego de realizar todos los cursos de rigor. Allí desarrollo el gusto por la aviación. Por eso decidió estudiar ingeniería aeronáutica. Sin embargo, el campo laboral no era muy amplio así que no tardó en aterrizar en la realidad.
Más pronto que tarde se inscribió a la Universidad La Gran Colombia en la facultad de derecho, una carrera que según él, le permitiría un mayor rango de acción y con la que materializaría su deseo de justicia. “Por eso estudió derecho”, advierte Mario, su amigo.
Por su padre, su disciplina y su paso por Tolemaida. Allí hizo cursos de lancero, manejo de armas y supervivencia en los que obtuvo altas calificaciones. Javier era respetuoso de la ley y de las autoridades, pero también, dicen sus amigos, no se quedaba callado ante las injusticias y ante la situación del país.
Públicamente se mostraba cómo un crítico del gobierno, antiuribista y antipetrista. El pasado 12 de agosto escribió en una de sus redes, “somos más los colombianos que queremos un cambio. No más Uribe, no más Petro. Ni izquierda, ni derecha. Todos unidos por una mejor Colombia”.
Por eso sus amigos, no encuentran explicación de lo que sucedió. “Javier tenía una voz como de cantante. Hablaba duro y su tono de voz era firme. Tenía un gran sentido del humor pero también era de un carácter fuerte, él no tenía pelos en la lengua”, advierten sus allegados.
Javier era separado. Padre de dos niños de 12 y 14 años, el motor de su vida. Convivía con Maura Dotti hace dos años. Su hermano mayor es un médico que está fuera del país finalizando su especialización en ortopedia. Sus amigos lo recuerdan como el galán del barrio. En Girardot, lo comparaban por su parecido físico con el actor Sebastián Calero.
“Yo tengo dos hijos y hoy no se que futuro tienen en este país de mierda en donde la vida no vale nada. La muerte de Javier no puede quedar impune. Las imágenes son claras, eso fue un asesinato”, afirma Mario con la voz entrecortada mientras descargaba en los recuerdos.
La Policía Nacional se pronunció. Anunció una investigación disciplinaria y advirtió que se suspendió a los uniformados. Por su parte la Fiscalía informó que se había priorizado la indagación. La alcaldesa de Bogotá, Claudia Lòpez, solicitó restructuración de la Policía.
Carlos Holmes Trujillo, ministro de Defensa anunció al respecto: “Los dos agentes son objeto de investigación disciplinaria y penal y la institución dará toda la colaboración que requiera la autoridad competente”.
VÍA API AGENCIA DE PERIODISMO INVESTIGATIVO NORBEY QUEVEDO