Por: José Ignacio Penagos H.

Uno de los mayores escándalos de la semana anterior en el Perú, fueron las evidencias de corrupción entre los altos magistrados y directivos del Poder Judicial, que en ese país hace las veces de la poderosa Corte Suprema de Justicia.

Ua filtración de audios interceptados, mostró al país el nivel dentro corrupción que al interior se estaba dando y de inmediato la institucionalidad salió a combatir a los corruptos y fueron, en menos de 48 horas, relevados todos los integrantes, cayendo con ellos el Fiscal General.

De inmediato fueron puestos presos todos los involucrados, destituidos, puestos presos y sancionados públicamente a través de los medios, mientras se iniciaron los procesos jurídicos por las faltas.

Muchos en Colombia, tienden a creer que nuestro país es más desarrollado y evolucionado que el Perú y hasta lo desprecian; sin saber que en esta materia muestra mayor madurez, acción y determinación.

Mientras en Colombia las propicias Cortes esconden y archivan peocesos como los de Odebrecht, que involucran al presidente Juan Manuel Santos; en Perú uno está en la cárcel, otro tuvo que renunciar y otro está juzgado con circular roja de Interpol.

Ahora, justo con los escándalos del poder judicial, del quebya contamos lo que ocurrió en 48 horas, se anunció, a una semana de lo ocurrido, una reforma que estudiará el Congreso para reformar la Justicia y cortar la corrupción en las altas cortes.

Eso debería hacer Colombia. Uno se pregunta sobre qué ocurrió cuando se demostró que la Corte Suprema de Justicia es el nido del “Cartel de la Toga” y a parte de algunos capturados, no se relevaron a todos los miembros como ocurrió en Peru. Es más, han pasado ya muchos meses y algo más de un año de esto y todavía no pasa nada.

Por el contrario, la corrupta Corte sigue dando que hablar por polémicas decisiones cargadas de ideología política, corrupción y tendencia a la manipulación intencionada de autos, sentencias y procesos que se alejan del respeto a las leyes, con conceptos prejuzgados y evidentes manipulaciones de la pruebas, sin contar la amistad y respaldo político-jurídico a la izquierda colombiana.

Y es que la Corte Suprema de Justicia, parece la extensión de la ONG de izquierda, mal llamada “Colectivo de Abogados”, José Alvear, de la que ha sido público como viene siendo la encargada de instruir con “pruebas”, algunos de los más recientes casos que sacuden el pais, a sólo días de que se posesione el Gobierno de Iván Duque, perteneciente al partido contrario a su ideología.

Es hora que el Congreso que recién comenzó, plantee seriamente una reforma radical a la Justicia, un sector inoperante al que, las misas Farc, prefirieron ignorar y negociar en los acuerdos unanjsticoa paralela. Ni a ellos, conscientes de que la justicia está politizada a su favor, les sirvió el modelo y prefirieron crear la JEP.

Es necesaria una reforma, que debe incluir acabar con la Corte Suprema de Justicia y remplazarla por un órgano no politizado y que respete el estado de derecho, el debido proceso y sea garante de la justicia en colombia para bien de los ciudadanos y una verdadera paz.

El Congreso debe recordar que las condiciones están dadas, tiene 4 años para poder hacer las reformas constitucionales necesarias y es mayoría. Es un congreso sin mermelada y puede actuar libremente sin olvidar que ese es su deber y responsabilidad.

Es el momento de que se refunde la justicia basada en principios morales y de acabar con la justicia parcializada, indolente, inhumana e inmune; que beneficia a pocos y privilegia el interés particular de quien pueda pagar por una sentencia a su favor, o que hace favores  quitándose la venda que cubre sus ojos del lado izquierdo.

la Corte Suprema debe desaparecer y renacer como el ave fenix, en un organismo que haga honor al valor más importante en una nación: La Justicia.