Por Lola Portela

En una reciente entrevista me preguntaron mi opinión con respecto a la ideología de género.

Suspiré, antes de responder, pues suelo ser muy radical en varios aspectos y conceptos, pero también respeto infinitamente las decisiones que los adultos tomen con su vida sexual.

Y respondí: La ideología de género es una ‘moderna causa que defiende los derechos de unos’, pero hace mucho daño en nuestros niños, pues les lleva a creer que es normal estar toda la vida sustituyendo química y quirúrgicamente su propio sexo. Sin duda constituye un abuso infantil.

Y es que considero que de ninguna manera podemos seguir modelos impuestos por una sociedad que se hace llamar «moderna», pero que sin duda atenta contra la integridad de la gran mayoría y nos puede llevar hacia el caos s, por una falta de identidad sexual.

Aunque quienes me conocen realmente, consideran que «soy una mujer de mundo», tal vez por aquello de conocer varias culturas, también saben que tengo principios no negociables. Y uno de ellos es consultar, investigar para poder decidir, emitir un juicio u opinión. En pocas palabras, no trago entero.  

La ideología de género es una ‘moderna causa que defiende los derechos de unos’, pero hace mucho daño en el resto de la sociedad, particularmente en nuestros niños, pues les lleva a creer que es normal estar toda la vida sustituyendo química y quirúrgicamente su propio sexo. Sin duda esto constituye un abuso infantil.

Aunque me tilden de religiosa, moralista y demás, considero que es imposible negar que el diseño original estableció el ser concebido como hombre o como mujer y  hay un orden establecido por Dios, no por los hombres.

Ahora bien, la sexualidad humana es un rasgo biológico, un objetivo binario, donde  XY y XX son marcadores genéticos saludables, no los marcadores genéticos de un trastorno.

Aunque también lo nieguen, la sexualidad humana es binaria por definición y su finalidad obvia es la reproducción y crecimiento de nuestra especie. Este principio es evidente por sí mismo.

No hay un tercer sexo

Los extraordinariamente raros trastornos del desarrollo sexual, entre ellos la feminización testicular o síndrome de insensibilidad de los andrógenos, y la hiperplasia suprarrenal congénita, son desviaciones de la norma sexual binaria, todas ellas médicamente identificables y directamente admitidas como trastornos del diseño humano. Los individuos con trastornos del desarrollo sexual no constituyen un tercer sexo.

Nadie nace con un género. Todos nacemos con un sexo biológico. Es claro que el género: la conciencia y sentimiento de uno mismo como hombre o mujer, es un concepto sociológico y psicológico, no un concepto biológico objetivo.

Nadie nace con conciencia de sí mismo como hombre o mujer; esta conciencia se desarrolla con el tiempo y, como todos los procesos de desarrollo, puede desviarse a consecuencia de las percepciones subjetivas del niño, de sus relaciones y de sus experiencias adversas desde la infancia. Por eso es muy delicada la educación que les imparten a los niños en los planteles sobre ideología de género.

Hay que decirlo claramente quienes se identifican como «sintiéndose del sexo opuesto» o como «algo intermedio» no conforman un tercer sexo. Siguen siendo hombres biológicos o mujeres biológicas.

Cuando un niño biológicamente sano cree que es una niña, o una niña biológicamente sana cree que es un niño, existe un problema psicológico objetivo en la mente, no en el cuerpo, y debe ser tratado como tal.

Estos niños padecen disforia de género. La disforia de género, antes denominada trastorno de identidad de género, es un trastorno mental, no físico.

Las teorías psicodinámicas y de aprendizaje social sobre la disforia de género o trastorno de identidad de género nunca han sido refutadas.

La pubertad no es una enfermedad, y los bloqueadores hormonales pueden ser peligrosos. Reversibles o no, los bloqueadores hormonales inducen un estado de enfermedad -la ausencia de pubertad- e inhiben el crecimiento y la fertilidad en un niño que antes era biológicamente sano.

Según el Consortium on the Management of Disorders of Sex Development, Clinical Guidelines for the Management of Disorders of Sex Development in Childhood hasta un 98% de niños con género confuso y hasta un 88% de niñas con género confuso aceptan finalmente su sexo biológico, tras pasar la pubertad de forma natural.

Los niños que utilizan bloqueadores hormonales para reasignación de sexo necesitarán hormonas cruzadas al final de la adolescencia. Las hormonas cruzadas (testosterona y estrógenos) se asocian con riesgos para la salud, entre ellos hipertensión, coágulos de sangre, derrame cerebral y cáncer.

Las tasas de suicidio son veinte veces mayores entre los adultos que utilizan esas hormonas cruzadas y posteriormente sufren cirugía de reasignación de sexo, incluso en Suecia, que se encuentra entre los países con mayor respaldo LGBT.

Haciéndose eco de la campaña internacional de la ideología de género, el Congreso Nacional de Chile, hace poco aprobó la ley para el cambio de sexo y, al parecer, Colombia va por el mismo camino.

Es también claro que respaldar la discordancia de género como algo normal, impartido a través de la educación pública y de las políticas legales confundirá a hijos y padres, llevando a muchos niños a acudir a «clínicas de género» donde les administran fármacos bloqueadores hormonales.

Esto, a su vez, conllevará a que «elegirán» recibir hormonas cruzadas cancerígenas o de un modo u otro tóxicas, y probablemente considerarán, cuando sean adultos jóvenes, la mutilación quirúrgica innecesaria de sus órganos sanos.

Hablar con la verdad, con claridad y de frente es lo que la sociedad necesita, no más mentiras, no más respaldo a los caprichos políticos, mal llamados derechos, de unos pocos.

Referencias:

  • Consortium on the Management of Disorders of Sex Development, Clinical Guidelines for the Management of Disorders of Sex Development in Childhood, Intersex Society of North America, 25-3-2006.
  • Neil W. Whitehead, “Is Transsexuality biologically determined?”, en Triple Helix, otoño de 2000, págs. 6-8; véase también Neil W. Whitehead, “Twin Studies of Transsexuals” (descubre discordancias).
  • Sheila Jeffreys, Gender Hurts: A Feminist Analysis of the Politics of Transgenderism, Routledge, Nueva York, 2014, págs.1-35.
  • American Psychiatric Association, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5ª edición, Arlington (Virginia), American Psychiatric Association, 2013 (págs. 451-459). Véase a partir de la página 455 los índices de persistencia de la disforia de género. [La cita se refiere a la edición norteamericana.

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