Por: Jose Ignacio Penagos H.
No ha sido fácil para este gobierno iniciar. Las cifras que se dan en las encuestas, son evidentemente desfavorables no solo para el presidente Iván Duque, sino para el conjunto de funcionarios que lo acompañan. No se puede desconocer que gran parte de la culpa es la torpeza del novato, encarnado en la falta de decisión y liderazgo de muchos de los desacertados nombramientos.
No obstante, el mayor problema del gobierno para que sus ideas sean aplicadas y sus órdenes sean cumplidas está por cuenta de quienes hacen todo lo posible por incumplirlas y torpearlas y esos son los atornillados.
Y es que durante ocho años del nefasto gobierno de Juan Manuel Santos fueron miles los que ahora se creen dueños de sus puestos y ante la llegada del nuevo Gobierno se resisten, bajo todo tipo de artimañas, a dar paso a los lógicos cambios. Del fenómeno de los atornillados se dieron las primeras muestras cuando en los últimos días de su gobierno, el propio Santos se dedicó a la firma de cientos de decretos con nombramientos de sus escuderos en diversos cargos clave, tanto en el exterior como en cargos medios decisivos para impedir que se puedan desarrollar las nuevas políticas bajo el pretexto de cuidar el legado de La Paz.
El novato gobierno con sus novatos ministros se mostró desde el comienzo tímido en dar el paso en los nombramientos y en producir los cambios certeros en la nómina gubernamental. Es normal que un nuevo gobierno llegue son su gente, pero este gobierno, con su falta de decisión, dio largas e hizo que los temerosos de ser removidos fueran tomando mayor confianza y han sido los responsables ocultos de las torpezas gubernamentales. Son los atornillados quienes han demorado desde firmas, confundido órdenes, extraviado -a propósito- documentos para firmas, desaparecido pruebas de la corrupción del gobierno, dilatando los tiempos, desobedeciendo órdenes y siendo protectores de lo que queda del gobierno anterior, mientras van cerrando filas para atornillarse más en sus cargos.
Lo que viene ocurriendo en RTVC en los últimas semanas y que ha sido destacado por los medios privados afectos al anterior gobierno en agradecimiento por la mermelada recibida como censura, no es más que el alarido desesperado de los atornillados de los últimos ocho años, algunos de más años, comiendo del gobierno. Hay que recordar en este punto que muchos que llegaron en la era de Uribe se mantuvieron en los oscuros tiempos santistas, toda vez que se supone era el continuismo, pero al momento de la traición cambiaron de bando y se convirtieron en seguidores, por lo que hay atornillados con más de 15 años en puestos que asumen como propios.
En RTVC los atornillados hicieron públicas las batallas que se están dando en todas las instituciones gubernamentales y que, específicamente, quieren señalar como censura, con el único ánimo de confundir a la opinión y utilizar la “libertad de expresión”, como una ventaja para exigir la continuidad en sus cargos y contratos dando patadas en sus rabietas ante lo que es más que lógico: el cambio de personal.
Es un tema eminentemente administrativo. En este caso, lo que son cambios en el personal que son lógicos, los atornillados quieren mostrarlo como censura y utilizan el argumento de que la televisión y la radio pública son un bien estatal, cuando evidentemente la Constitución y la ley los tienen sujetos a la administración y gestión del Gobierno de turno, lo que lo hace a RTVC un ente gubernamental, mientras el Estado sólo ha sido encargado de la veeduría y financiación de una parte del sistema a través de un ente que inicialmente fue totalmente autónomo y que ahora es la ANTV, entidad que fue despojada de su carácter independiente y estatal en el mandato de la Constitución del 91 que había creado la Comisión Nacional de Televisión (CNTV) y que ante su inoperancia fue reformada por el Congreso al volverla una mezcla estatal-gubernamental y convertirla en la ahora, Autoridad Nacional de Televisión (ANTV).
En este sentido, una entidad gubernamental tiene potestad para ser gestionada de acuerdo con los antojos del gobierno. Así lo demostró Juan Manuel Santos cuando utilízó el sistema de medios públicos para hacer campaña de gobierno por el SÍ a la Paz y marginó a la oposición en su idea del NO, que finalmente resultara triunfante y desconocido en un claro atentado a la democracia. Santos censuró contenidos, limitó la planta de personal a sus adeptos, usó el sistema de medios públicos a su antojo sin que ningún medio privado hablara de censura. Nadie se rasgó las vestiduras en ese momento porque los medios que hoy critican fueron comprados con jugosos contratos publicitarios y periodistas de nómina tanto en RTVC como en los medios privados.
Tampoco hubo críticas ni lamentos de los periodistas de RTVC ni de medios privados, cuando en tiempos de Gustavo Petro en la Alcaldía de Bogotá se manipulara y utilizara el sistema de medios públicos de la administración distrital, Canal Capital, como órgano de propaganda en el que sí se dieron abiertamente acciones de censura.
En la era Santos, se dio la mas grande feria de contratistas para la producción de contenidos cargados de ideología y no en defensa neutral de la cultura colombiana, la educación o la costrucción social. Fueron los amigotes del gobierno quienes fueron sentados en las sillas directivas, de producción y operativos, sin contar los realizadores a los que se le programaron repeticiones eternas de sus programas. Entonces nadie dijo nada.
Pero llega el nuevo Gobierno y en medio de su timidez -que lo ha llevado a tardar en generar los cambios lógicos en cargos- es cuando finalmente quieren gestionar, pero se encuentra con el pataleo de los atornillados que señalan de ‘censura’ lo que son lógicas instrucciones editoriales y califican también de ‘censura’, a lo que corresponde a cambios administrativos de un una entidad gubernamental.
Este pataleo quieren hacerlo ver como dictatorial, ideológico de derecha y hasta dañino para los intereses de la nación. Quieren hacer parecer que en un medio público no puede existir una línea editorial definida como lo hace cualquier medio y que un funcionario, en este caso, periodistas, productores y operarios o realizadores por contrato no pueden ser removidos, no se les puede cancelar el contrato, no se les puede dar instrucciones ni redefinirles las funciones porque entonces es censura.
Nada más ajeno a la verdad y nada mas retorcido pero, dentro de una estrategia maquiavélica, es efectiva y parece dar resultado para alinear a la opinión sobre la misma manipulada versión. Para colmo, la torpeza de los novatos gerentes, ministros y directores hacen parecer que se aceptan los señalamientos como una culpa, al no saber cómo defender su labor, su función, sus instrucciones y saliendo ante los medios cargados de peores conjeturas, faltas de claridad y sin versiones coherentes que le digan la verdad a la nación.
Es que el Gobierno no tiene tampoco una política de comunicación clara, unos voceros expertos y van de tumbo en tumbo respondiendo en vez de proponer, defendiéndose de rumores y de lo que cualquiera diga, en vez de dar versiones oficiales y contrapunteando en espacios radiales como si se trataran de cualquier ciudadano de a pie y no de un gobierno que tiene autoridad, legitimidad y legalidad.
El Gobierno no tiene claridad y pierde por no ejercer la autoridad que le fue confiada por la mayoría de los ciudadanos que votaron por que fuera, este gobierno y no otro, el que rigiera los destinos del país. Este gobierno se deja chantajear por los atornillados y por los que vienen de la inercia ejercida por ocho años de fatalidad. Ya lo ha hecho al ceder ante maestros, estudiantes, JEP, interesados en la memoria histórica y sindicatos.
Mientras el Gobierno no ejerza su legítima autoridad y haga lo que tiene que hacer para gobernar, los atornillados continuarán con su pataleo y seguirán lesionando no solo la imagen del Gobierno Duque, sino torpedeando las buenas intenciones hasta hacer que se diga que el fatal gobierno de su exjefe, Santos, fue mejor que este.
Con lo que respecta a RTVC hay un tema adicional y es que mientras en el Congreso no se haga una verdadera ley que estatalice el servicio de medios públicos y desprenda su administración y dirección del gobierno, no podrá hacerse el reclamo de que los contenidos tengan la garantía que tiene la BBC, por ejemplo. Para ello es necesario que sea un ente autónomo el encargado de la financiación, administración y dirección de los medios públicos, que con total independencia pueda hacer un verdadero sistema del Estado.
Por su parte, mientras este Gobierno no adopte medidas reales, demuestre que tiene la autoridad ahora, haga los cambios decisivos de manera abierta, informada, establezca una clara política de comunicación, entrene a los altos funcionarios como voceros efectivos y deje la torpeza y la improvisiación, los atornillados continuarán su labor de desinformación, confusión y pataleo, impidiendo que el Estado pueda funcionar correctamente desde los entes de gobierno.