Llevar a cabo un resumen a manera de balance global del año económico y hacendístico en Colombia para 2017 no deja de ser una labor dispendiosa. Esto se debe a los disímiles e innumerables hechos registrados en distintas materias de índole ético, moral, de atención a desastres naturales, de avances tecnológicos, de amenazas de conflagración e inestabilidad geopolítica; y de tensión por ejecución de políticas públicas de gobierno, a escala global y local. No obstante, también puede llegar a ser edificante, porque es bien conocido que quien no conoce la historia, se verá compelido a repetirla, con errores incluidos.
En primera instancia debemos tener en cuenta que, para la presente administración gubernamental ha sido normal realizar pronósticos optimistas y después corregirlos, sin dar mayores explicaciones de sus yerros. Tal es el caso de la estimación del crecimiento económico, que el gobierno consideró en 2.5%, y solo llegará en el mejor de los casos al 1.6% a 31 de diciembre de 2017. Con relación a lo previamente citado, es prudente reflexionar, que en el mes de febrero de 2017, este analista después de observar las implicaciones jurídicas del caso Odebrecht, y de analizar el impacto que ello tendría sobre la continuidad de la ejecución de la obra pública inmersa en dichas inversiones; y también de evaluar otros aspectos como la devaluación de la moneda, la ineficaz oportunidad para ajustar a la baja la tasa de intervención del Banco de la República; optó por modificar su cálculo del crecimiento económico Colombiano en 2017 al 1.6%.
En la coyuntura, ese resultado se sustenta también en la pérdida de dinámica en la ejecución del gasto público, que deja el reciente recorte de $4 billones del Presupuesto General de la Nación en diciembre de 2017; y también la lamentable noticia a manera de hallazgo de la Contraloría General de la República, en torno a la congelación de $4billones, en cuentas de los bancos del sistema financiero del país, y negociadas por los entes territoriales a tasas de interés relativamente bajas. Hecho este que favorece la concentración del ingreso en el famélico sector financiero colombiano; e igualmente, por contera, genera la pérdida de dinámica distributiva y de generación de valor agregado del Gasto público estatal.
Para el 2018, nuevamente el gobierno deja ver su optimismo, con una estimación del crecimiento de 3.0%; Cuando la ANDI lo calcula en 2.4%, Standard & Poor’s en 2.4%, Banco de la República en 2.7% ; y el analista lo estima en un 2.0%, porque de manera objetiva me produce incertidumbre el hecho que, la sostenibilidad del programa de recortes de la OPEP, establecida el 30 de Noviembre de 2017, llegue solo hasta el 22 de junio de 2018; lo que garantiza un Brent de referencia para Colombia cercano y sostenido en los US$60 por barril hasta mediados de año. Así mismo, es previsible que después de esa fecha, EEUU exporte los aumentos de producción petrolera de 2018; y este hecho finalmente influya en la baja del precio del petróleo Brent, afectando el valor de las exportaciones; y disminuyendo de suyo los valores de los ingresos de la nación y, por contera, los ingresos tributarios.
Por otra parte, es importante resaltar que el año 2018 también se verá afectado por el proceso electoral del primer semestre del año y, además, por la baja en la calificación de Standard & Poor’s a Colombia en 2017. Pues, ambas situaciones afectan el normal desenvolvimiento de la ejecución de la inversión durante todo el 2018, por situaciones ligadas al proceso del empalme presidencial; relacionadas con la dedicación del presidente electo a la consolidación del respectivo Plan de Desarrollo, con miras a ser presentado en el Congreso de la República, en las primeras sesiones ordinarias de 2019. Igualmente, la baja de la calificación de Standard & Poor’s mantendrá a los inversionistas en cuarentena, hasta no tener claras las líneas y directrices en materia Hacendística y económica, de la administración presidencial 2018-2022.
Por otra parte, el déficit fiscal se redujo del 3.6% al 3.2% del PIB, y el déficit de balanza de pagos por cuenta corriente disminuyó del 3.9 al 3.2% del PIB; como consecuencia principalmente del buen comportamiento de los precios del petróleo Brent, que hoy registran comportamientos por encima de los US$60 barril.
Para diciembre 31 de 2017, la inflación va estar en el rango meta. Es decir, entre 4.0 y 4.05%, como resultado del excesivo ajuste realizado este año, que influyó en grado sumo, junto con los 3 puntos adicionales del IVA, en el impulso al nefasto proceso de desaceleración económica, por tercer año consecutivo. De la misma manera se prevé que, para el año 2018, debido al crecimiento de la economía del 2%, a un alza del salario mínimo del 5.9%, a la reducción efectiva de la tasa de interés de la banca comercial, y a la baja de la tasa de intervención del Banco de la República en un 4.25%; la inflación sería para 2018 del orden del 3.5%.
Por otro lado, la tasa de cambio; que refleja la devaluación de nuestra moneda colombiana, con respecto al dólar, cerró a 29 de diciembre en $2983,97, de acuerdo con lo previsto por este analista, en el sentido que iba estar cercano a los $3.000 a finales de 2017. Igualmente, para 2018 estimo un precio del dólar entre $3.000 y 3.025.
De todo lo anterior, se colige que, el gobierno nacional es muy desacertado como profeta. Pues, en innumerables ocasiones, comenzando desde enero de 2017, el Ministro de Hacienda anunció que la economía había tocado fondo; y en realidad solo hasta 31 de diciembre de 2017, se comprobará ello. Puesto que, el ministro, debería tener más en cuenta, las condiciones globales de la economía mundial. Pues, estas nos van a favorecer mucho en el año 2018; porqué el crecimiento de la economía global, va a estar por el orden del 3.4%, y ello favorece la compra de nuestros productos, por la dinámica que se produce en el comercio internacional.
Finalmente, el año 2018, va a estar matizado por el panorama político, e ineludiblemente por el tratamiento y desarrollo de dos reformas estructurales de fondo; como lo son la tributaria, y la pensional, que debería considerar la no alza de los tributos; y considerar aspectos como la formalización de la economía y la gestión de la DIAN. Así mismo, en la discusión sobre si se aumentan las cotizaciones y la edad de jubilación, acudir a propuestas alternativas que no vuelvan a lo mismo. Es decir, al miope y trasnochado tratamiento de aumentar la edad y la cotización pensional del trabajador. De la misma manera, es preciso insistir que a 31 de diciembre de 2018, con nuevo presidente a bordo, Colombia acabará con la tozudez de tres años de desaceleración económica. Pues, es claro que la economía crecerá entre el 2.0 y el 2.1% del PIB, que es superior en 0.4%, al pálido crecimiento del 1.6%, en que nos dejará la actual administración gubernamental a 31 de diciembre de 2017. Como quien dice la economía casi rajada.
HENRY AMOROCHO MORENO; Dic 30 de 2017.