Llega a su fin el proceso penal entre Giovanna Maroso y su exesposo, el reconocido médico Antonio Salgado. Un juez determinará si condena o no al facultativo por maltrato a su expareja. El especialista no acepta señalamientos, la mujer insiste.

 Esta semana se conocerá el sentido del fallo del proceso penal que, desde hace una década, cursa en contra del cirujano plástico, Antonio Salgado Bustamante propietario de la clínica Evolution Center, por el delito de violencia intrafamiliar. La víctima es su exesposa Giovanna Maroso Salgado, una reconocida diseñadora de modas y Victor Jaime su hijo del primer matrimonio, a quien el cirujano agredía e insultaba diciéndole paramilitar a pesar de ser un pequeño de diez años, según testimonios presentados en el juicio.

Una historia se remonta a cuatro meses después de que la pareja contrajera matrimonio, el 16 de junio de 2006. El día del cumpleaños del cirujano plástico este intentó obligarla a que continuara en la celebración, a pesar de que ella se había retirado a descansar.  Desde entonces, Antonio Salgado, según el escrito de acusación y las declaraciones  consignadas en el proceso, empezó a mostrar una personalidad violenta que Giovanna desconocía.

La golpeaba, la grababa todo el tiempo o le ordenaba a sus empleados hacerlo. La escupía en la cara, le gritaba que era una prostituta, le criticaba su forma de vestir, le repetía hasta el cansancio que le hacía brujería y por eso se había casado con ella. Al hijo de Giovanna, a pesar de que era un niño lo agredía física y verbalmente con frecuencia.

El infierno que padeció la diseñadora durante cuatro años se evidenció en el juicio oral que se inició en el año 2020, en plena pandemia y nueve años después de la denuncia que Giovanna Maroso interpuso en agosto de 2011. Uno de los testimonios más dolorosos fue el de Beatriz Maroso la madre de Giovana. Ella le detalló al juez varios pormenores de la relación. 

Los padres de Giovanna conocieron a Antonio Salgado desde muy niño. Ambas familias eran cercanas y amigas y se frecuentaban en Sincelejo.  Cómo se conocieron desde niños, se hicieron novios años después, entre los años 2001 y 2002, un amor que se construyó en la distancia, pues él estaba en Argentina especializándose como cirujano plástico y ella en Medellín, estudiando diseño de modas. Finalmente,  en el año 2006 decidieron casarse. 

Matrimonio

Pero los progenitores de Giovanna no sólo pagaron la fiesta de matrimonio, a las afueras de Bogotá. También, el 50% del apartamento donde vivirían su hija y su yerno y  hasta les dieron $100 millones para comprar un automóvil. 

Giovanna había estudiado diseño de modas y tenía una  tienda en uno de los centros comerciales más lujosos del país, El Retiro, en Bogotá. Pero Antonio no le gustaba que trabajara, la quería en la casa de tiempo completo. La presionó muchas veces para que cerrara la tienda.

En el año 2008, Beatriz, la madre de Giovanna, afanada por el maltrato del que estaba siendo víctima su hija, se radicó en Bogotá, a dos cuadras del apartamento de su hija en la calle 85. Ella quería estar cerca para apoyarla. Pero comprobó lo que ya sabía. A Giovanna no sólo la maltrataban con palabras. Era víctima de acoso constante y agresiones de diversa índole por parte de su esposo.

Desesperada, un día llevó a la vivienda a un sacerdote para que bendijera el hogar de su hija. Pero Antonio llegó con una cruz y empezó a gritarle bruja a su hija, los acusó a todos de hacerle brujería. El religioso salió desconcertado, no podía creer que era la misma persona a la que meses atrás le había bendecido las argollas de matrimonio. 

Entonces el viacrucis continuó. En abril de 2011 Beatriz presenció varios hechos que le rompieron el corazón.  “Yo entré y ella estaba en su cuarto llorando, él estaba encima de ella tratándola de bruja, con las manos de ella agarradas por las muñecas le pegaba puños con sus propias manos. Le decía, bruja me estás haciendo brujería de lo contrario no me hubiera fijado en tí”. 
 

Maltrato

Ese día Giovanna, según el relato de su madre, tenía la cara llena de escupitajos. Ella solo lloraba inconsolable. Beatriz le advirtió a su yerno que Giovanna no estaba sola. Llamó al CAI. Dos patrulleros llegaron al lugar pero le explicaron a la señora que no podían hacer nada diferente a mediar y aconsejaron denunciar.

Días después la escena se repitió. “Entré a la casa y encontré a Giovanna tirada, sin control de esfínteres con el niño al lado de ella. Yo empecé a llamarla pero ella no reaccionaba”. Cómo pudo, Beatriz sacó a su hija inconsciente y la llevó a la Clínica del Country, “y mi hija estaba casi muerta”.

Posteriormente se enteró, y así se lo manifestó en el juicio al procurador delegado que le preguntó que su hija se había tomado unas pastillas psiquiátricas que le había dado Antonio, su esposo.  “Después supe que las recetaba un psiquiatra el dr Toro y que él (Antonio) y su hermana desde muy pequeños las tomaban”.

Giovanna empezó a temer por su vida, pues además de las agresiones, cada vez que ella despertaba su esposo la estaba grabando. No sabía por qué, ni para qué. Él tampoco lo decía. También cargaba su cepillo de dientes porque el cirujano plástico aseguraba que Giovanna le hacía brujería utilizando este elemento.

Ya era Mayo de 2011, la hermana de Giovanna, Ana Karina empezó a vivir con ella. Antonio, que había habilitado una tarjeta de crédito para que Giovanna sufragara los gastos de la casa como servicios, mercado y demás bloqueó la tarjeta y los padres de Giovanna empezaron a asumir los gastos de la casa. Él también dejó de pagar la hipoteca del apartamento y el inmueble fue embargado y rematado.

Buenos Aires

Ana Karina, la hermana de Giovanna una ingeniería con maestría en economía, en el interrogatorio practicado en el juicio dio algunas luces de la relación entre Giovanna y el cirujano. Aseguró que el noviazgo entre ambos había sido intenso. Él viajaba desde Argentina hasta Medellin para visitarla y aunque calificó la relación como bonita reveló algo, una señal de alarma que Giovanna no entendió, “él era bastante celoso”.

Pero después del matrimonio, su hermana cambió, empezó a preocuparse por ajustarse a lo que él y su familia querían. “Se preocupaba mucho cómo lucía, llegó a vestirse como lo hacia la suegra. Salía con ella y luego llegaba con los zapatos igualitos, las carteras, el estilo de ropa”, indicó Ana Karina bajo juramento.

También detalló que Antonio era muy agresivo. Le expresaba que parecía un hombre, que no era femenina y que no estaba pendiente del hogar. Cuando se maquillaba le decía que se veía como un payaso. Ella fue testigo de dos agresiones en contra de su hermana.

La primera fue en la fiesta sorpresa que le organizó Giovanna a su esposo en el mes de noviembre de 2006 con motivo de su cumpleaños. Esa noche Ana Karina se quedó adormir allá pues la fiesta iba a prolongarse. Cuando ya estaba acostada en el cuarto de su sobrino, apareció Giovanna y le contó que su esposo la estaba insultando.

“Al poco tiempo entró a sacarla a la fuerza de manera agresiva y violenta del cuarto de mi sobrino. Me levante y empecé a decirle que se calmara, que se acostara y que hablaran Al día siguiente”. Pero no acató la sugerencia, al contrarió. Le grito a Giovanna que era una loca, desquiciada, que le había dañado la vida. 

Maltrato mujer

Mientras la insultaba hizo un movimiento para arrastrar a Giovanna por las escaleras hasta el primer piso, pero Ana Karina se metió y forcejeo. Él ganó el pulso. Se llevó a Giovanna arrastrándola y tirándola contra las paredes. Ana Karina lo siguió, el intentó sacarla de la habitación. El hombre estrelló un vaso contra la pared, rompió una de las lámparas de la mesa de noche. Enloqueció. Enardecido por la presencia de Ana Karina, la sacó a empellones de la habitación.

Con el paso de los meses la situación se agravó. Según los testigos, el cirujano insultaba a su esposa en público, en restaurantes, reuniones familiares o en casa de terceros. Incluso dejaba la alcoba principal con llave. Giovanna no tenía acceso a su ropa o a sus cosas personales ni de día, ni de noche. Allí fue cuando Ana Karina, por petición de Giovanna, se fue a dormir todas las noches  al apartamento de la pareja, pues la familia y ella empezaron a sentir que el peligro aumentaba.

Otro de los testimonios que se conoció en el juicio fue el de Ornelys Ochoa, una auxiliar de enfermería experta en neonatos que fue contratada por la pareja para que los ayudara con el hijo de Giovanna Maroso y el cirujano Salgado.  La mujer afirmó que había sido testigo de varias ocasiones en las que Antonio Salgado maltrato al hijo de Giovanna insultando o retorciéndole las orejas. 

Aseguró que Maroso se la pasaba deprimida, angustiada. También que escuchaba muchos gritos y el llanto permanente de ella. “ yo veía que ella salía llorando del cuarto casi todos los días”. Finalmente la enfermera se refirió hacia Antonio quien era su jefe como una persona hostil y ogro. “Yo nunca le vi a él una sonrisa ni decirle una palabra bonita a ella, en cambio ella sí a él siempre”.

Audiencia

Dentro del proceso, y a través de su abogado defensor, el médico Salgado no acepta su responsabilidad en el cargo por violencia intrafamiliar por el cual es procesado. Asegura que es inocente. Entretanto, continúa con su vida profesional, mostrando los logros en sus cirugías como liposucciones y rinoplastias, sus especialidades.

En lo personal, reconstruyó su vida con otra mujer. Según lo ordenado por un juez mediante fallo de divorcio, cada dos semanas comparte con el hijo menor de edad que tuvo con la diseñadora. Postea fotos compartiendo con el  menor en redes sociales y se muestra como religioso. “Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor”, fue su más reciente mensaje en Instagram, en donde tiene más de 50.000 seguidores.    

Luego de los alegatos finales, la juez proferirá el sentido del fallo en caso. La diseñadora Giovanna Maroso intenta reconstruir su vida, mientras espera justicia desde hace una década.  

VIA API AGENCIA DE PERIODISMO INVESTIGATIVO NORBEY QUEVEDO