Las empresas tecnológicas, uno de los sectores económico que pudo haber salido beneficiado por la coyuntura de la pandemia, se hunden irremediablemente en medio de los impagables e innegociables impuestos de la DIAN.
Por Mauricio A. Rivera J.
No solo la “Colombia se arrienda y se vende”, resulta ser la frase más contunde que refleja el nefasto paso de la pandemia en nuestro país dejando destrucción y desolación solo comparable con los más destructivos huracanes; sino que la indolencia por parte del gobierno nacional con su brazo inquisidor de la DIAN, que nos recuerda los tiempos más oscuros de la época Medieval, hagan que el coletazo del COVID-19 sea aún peor que su inesperada llegada en marzo del 2020 que nos llevó a frenar en seco la economía de un día para otro y por muchos meses.
Empresarios, emprendedores, hombres de negocio que llevan más de 20 años apostándole al desarrollo tecnológico del país generando miles de empleos directos en indirectos, se vean hoy en día no solo desprotegidos por el gobierno nacional, sino atacados sin compasión por la DIAN con una serie de impuestos impagables doblados con intereses sobre intereses de manera injusta y lo peor de todo: expuesto a estar privados de su libertad como cualquier delincuente cuyo único pecado ha sido ser buenos empresarios al tratar de sostener la empresa a flote en contextos adversos pagando nóminas costosas (por el perfil de sus empleados), parafiscales, arriendos, servicios, primas legales para garantizarle tranquilidad económica a sus empleados y a sus familias.
Aunque muchas empresas y especialmente la del sector tecnológico se hayan alineado con las políticas gubernamentales de proteccionismo hacia sus empleados, infortunadamente esperaron infructuosamente que esos incalculables esfuerzos por mantener a toda costa la operación de sus empresas, a pesar de haber perdido contratos millonarios de manera unilateral, fuera recompensado de alguna manera por el Estado, esperando por lo más justo: una reducción de los impuestos de renta, refinanciamiento de deudas, condonación de intereses entre otros; pero en el inicio del 2021 que estas empresas veían con optimismo moderado con una reactivación lenta pero progresiva, se enfrentan actualmente a un panorama desolador y económicamente dantesco gracias a un indolente y usurpador gobierno que con su principal arma, la DIAN pretende darle la estocada final a los empresarios, como si ellos hubieran sido los culpables de una tragedia totalmente ajena e impredecible y sobretodo, inmanejable incluso por el mismo Estado.
Los empresarios del sector tecnológico que se aferran a salir a flote y que aún están a tiempo de ser “punta de lanza” en la reactivación económica del país, le piden en pocas palabras al gobierno nacional un par de cosas: que la DIAN deje de cobrar impuestos impagables, que no los sancionen injustamente por retrasos con sus obligaciones fruto de crisis económicas ajenas a ellos y que mucho menos los amenacen con medidas penales como si fueran los peores delincuentes de “cuello blanco”.
Lo único que estos empresarios le piden casi de rodillas al gobierno, es que les brinden las garantías mínimas y necesarias para operar, para recuperarse, para seguir haciendo empresa en un país que de entrada e históricamente nunca ha brindado las mejores condiciones para hacerlo, pero que a pesar de todas las adversidades, quieren seguir con una la “terquedad de una mula”, seguir contribuyendo a sacar este país adelante.
La propuesta de los empresarios de las compañías tecnológicas no es nada diferente a que no les quiten su fe y amor por Colombia.