Por LORENA RUBIANO FAJARDO

Yo di lo mejor de mí y Dios puso el resto.

Hattie McDaniel.

Difícil era, casi imposible pensar, o imaginarse que los habitantes del planeta tierra cambiaran sus criterios y estándares de vida y su desprecio por el planeta y sus habitantes, de un momento a otro. Tampoco era cuerdo pensar que podían cambiar sus ansias de riqueza y de poder a través de las armas, y menos aún pensar en regresar a creer en la existencia de un ser superior.  

Pero apareció, creado por el capital, el Covid-19, que reducirá la población, muchos serán los fallecidos por culpa de esta pandemia, pero, los que queden vivos tendrán que replantear el manejo económico comercial y humanitario del mundo. Hay que reducir la desigualdad entre los que sobrevivan, tendrán que aprender de esta terrible experiencia o no sobreviran a la próxima guerra biológica que ya debe estar siendo planeada por los dueños de la economía mundial. Nacerá otro orden económico mundial, Dios quiera que sea más humanitario y menos explotador, más consiente de la responsabilidad social y más responsable con nuestro planeta tierra.

Ante esta pandemia, ¿de qué servirá el dinero a los banqueros? ¿Las armas nucleares a las grandes potencias? Porque las guerras serán biológicas, un virus creado por el dinero, es el causante de esta pandemia que sabemos dónde se inició pero no donde terminara, pero será suficiente para que aparezcan los salvadores del mundo a ordenarnos que hacer y cómo hacerlo.

¿Qué hará Colombia con los aviones f16 y submarinos nucleares para combatir el coronavirus, la pobreza y el hambre, el dengue y las demás epidemias en nuestro país?

Lo que no pensaban ni calcularon los creadores del Covid -19 es que se les saliera del control y que iba llegar a sus propios y sofisticados estratos sociales, a todos sin excepción ninguna, y la vacuna no estaba lista o no la quieren sacar aun, para crear más pánico y más incertidumbre.

Es hora de escuchar a la naturaleza, de escucharnos entre seres humanos, de no ser indiferentes y mezquinos ante la necesidad de los países vecinos como Venezuela, de recibir las experiencias medicas de Cuba, de China y otros países, es el momento de la grandeza espiritual y no de la mezquindad política. No hay que aprovechar la situación para terminar de avasallar al enemigo político. Hay que dar la mano, con grandeza, a quien la necesite.

América Latina que parecía o miraba lejos el problema, no estaba preparada para esta pandemia, y puede ser devastadora, una vez que se expanda, entre la pobreza y la falta de recursos médicos. ¿Si Europa, especialmente Italia y España no han podido, contener el coronavirus, con mayores y mejores recursos, que podemos esperar nosotros los latinos?

En cuanto a nuestro país, hay que apoyar con toda fortaleza al presidente Duque, él es el capitán del barco y tiene una gran responsabilidad, debe tomar toro por los cuernos.

Debemos ya un gran reconocimiento, un aplauso a nuestros médicos y a todo el personal de hospitales y clínicas, son los verdaderos héroes.

lorenarubianof@gamail.com