El 6 de junio de 2021 sería el día “D” para los peruanos para escoger nuevo presidente entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori. En esencia, es “la nueva política contra la vieja política”, en un país que reclama a gritos eliminar la corrupción en el Estado- presente en todas las instituciones-. Esta enfermedad pública hace de las suyas por décadas, en el poder judicial y en los gobiernos regionales.
Está demostrado que un país que reconoce, su enfermedad estructural, puede pensar en construir un presente y un futuro. Esa es, la tarea pendiente desde el campo institucional en el Perú, en manos de Pedro Castillo o Keiko Fujimori para lograr un verdadero desarrollo.
Su inspiración al llegar al poder, debe nacer de los niños, niñas, jóvenes, mujeres y personas de la tercera edad- que han sufrido el impacto del huracán de la pandemia del Covid-19- quienes reclaman el fortalecimiento del sistema de salud, educación, seguridad, alimentaria, empleo y alternativas reales de buen uso del tiempo, libre, cultura, deporte y turismo. Crear una hoja de ruta en el campo científico.
Al recorrer el país Inca desde Lima hasta Cuzco, hemos podido comprobar la pobreza de la población. Como las madres cabeza de familia, apenas pueden alimentar a sus hijos. Los adultos mayores, están muriendo –a causa de la pandemia y otras enfermedades- en la más absoluta soledad. Los niños, no tienen una educación adecuada, para los tiempos que demanda el mundo. Los agricultores pierden sus cosechas por falta de mercados, crédito o buenas leyes.
Indigna aún más, que Castillo y Fujimori estén pensando en los votos que deben tener en el Congreso de la República, cuando su responsabilidad es construir gobernabilidad desde las zonas urbana y la zona rural. Es allí, donde deben construir un Gobierno que trascienda las redes sociales y se enfoque en las soluciones del país. De entrada, proteger la vida y los derechos de la mujer, violentada en todas las formas, bajo la larga cuarentena.
Desde la experiencia profesional –puedo decir a usted, amigo lector- que la gobernanza comienza por un buen gobierno local, regional y nacional. A la vez, el éxito del entrante presidente del Perú –Pedro Castillo o Keiko Fujimori- dependerá del acompañamiento del cuerpo legislativo en el estudio, debate y aprobación de las reformas que requiere el país. También de un sistema internacional justo, eficaz, abierto y responsable. Capaz de abordar –de cara a los ciudadanos- los grandes desafíos de la época.
La mejor prédica surge del ejemplo. Quién gane en las urnas el próximo 6 de junio, debe impulsar los valores del pueblo peruano, impulsar el desarrollo con trasparencia y acrecentar el bienestar de sus habitantes.
El éxito de esta tarea, dependerá de edificar una hoja de ruta viable y sostenible en el tiempo con visión al 2030. Del respeto a las libertades individuales y los derechos sociales. Del ejercicio de la solidaridad, la seguridad jurídica, con cero corrupción, y la rendición de cuentas. El debate libre y permanente. Así se podrá encontrar la gobernabilidad, en constante amenaza en los últimos años y “oxigenar” la democracia.
Por Carlos Villota Santacruz
Internacionalista, experto en marketing político, escritor. Coautor del libro “Gobierne bien y hágalo saber”
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