Libardo Jesús Parra, más conocido como ‘El Flaco’, oriundo de La Guajira y que desde hace varias décadas estaba residenciado en Barranquilla, fue asesinado la noche del miércoles mientras hacía compras en una supertienda Olímpica ubicada en la calle 82 con carrera 53, al norte de Barranquilla.

Desde niño, una de las pasiones de ‘El Flaco’ era salir a mercar en familia, tradición heredada de su padre. Al momento del atentado.

Al momento del atentado, Libardo Parra se encontraba en compañía de una de sus hijas, de varios familiares y de por lo menos, 5 escoltas de confianza, encargados de su seguridad personal.

Justo cuando Libardo Parra se encontraba en la caja pagando sus compras, un sicario se le acercó y le disparó en repetidas ocasiones en la cabeza. Sin embargo, una de las balas alcanzó a una de las cajeras de la Supertienda, quien se mantiene en una Unidad de Cuidados Intensivos.

La víctima, malherida, fue trasladado a la Clínica del Caribe donde llegó sin signos vitales.

Libardo Parra, según las autoridades, fue jefe de seguridad de Alberto Orlandez Gamboa, alias ‘El Caracol‘, lideró una banda dedicada al narcotráfico, por lo cual fue emitida una orden de extradición en su contra.

El proceso de extradición tardó unos 3 años, tiempo en el que Libardo Parra permaneció privado de la libertad en la ciudad de Bogotá. Luego fue extraditado a los Estados Unidos donde pagó una condena de por lo menos 10 años.

Sin embargo, hace unos 8 años, ‘El Flaco’ regresó a Colombia deportado de los EE.UU y se residenció en Barranquilla.

Tras el arresto de alias ‘Caracol’, recluido desde 1998 en la Picota de Bogotá con nexos de extradición, los sindicados de pertenecer a su organización delictiva quedaron bajo la lupa de las autoridades. Los aprehendidos, en su mayoría parientes, se encontraban al mando de Libardo de Jesús Parra González, El Flaco .

Parra, según fuentes de antinarcóticos, era en 1998 jefe de seguridad de Orlandez. Para la captura de El Flaco aviones de la DEA suministraron información de su mansión en Santa Marta.

Para aquellos días, los agentes especiales que irrumpieron en su casa de veraneo en la capital del Magdalena sabían que en las madrugadas al menos una de las ventanas donde el capo se reunía con los otros miembros del cartel, permanecía abierta.