Bogota 2 de Octubre de 2017.
Los proyectos de saneamiento que adelanta la Corporación, recuperarán el río en sus cuencas alta, media y baja para el 2023. Es decir en 4 años será navegable
El cierre financiero de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Canoas se concretó gracias al acuerdo alcanzado por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) con la alcaldía de Bogotá, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogota (EAAB) y la Gobernación de Cundinamarca. La CAR aportará 1,5 billones de pesos de los casi 4 billones necesarios para este proyecto que permitirá tratar las aguas residuales producidas por los habitantes del sur de Bogotá y del municipio de Soacha. Las obras iniciarían en el 2019 y deben entregarse en el 2023.
El director general del CAR Cundinamarca, Néstor Guillermo Franco, explicó que para llegar al cierre financiero, se avanzó en una modificación del convenio 171 de 2007 suscrito con la EAAB y la Secretaría de Ambiente de Bogotá, que permitió la reasignación de las funciones en torno a las obras para la recuperación del río: “Con los cambios realizados, la CAR entra a ser corresponsable de la financiación de la PTAR Canoas junto a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB)”, informó Franco.
La PTAR Canoas y la PTAR El Salitre (actualmente en obras de ampliación y optimización que serán entregadas por la CAR en el año 2021) se encargarán de la mayor parte del saneamiento en la cuenca media del río Bogotá, en donde se produce cerca del 80% de la contaminación vertida al afluente.
Con la operación de estas dos plantas, se mejorará exponencialmente la calidad de vida de los habitantes de 14 municipios de la cuenca baja (entre el Salto del Tequendama y Girardot), tramo donde son depositadas la totalidad de las descargas realizadas en la cuenca alta del río Bogotá. “Estas obras garantizan que las aguas que discurren por la cuenca baja, vuelvan a tener vocación agropecuaria y, a su vez, ser utilizadas para captación de acueductos y ser el epicentro del turismo en esos municipios”, agregó el director de la CAR.
En el resto de municipios de la cuenca media y los correspondientes a la cuenca alta (desde Villapinzón hasta Cota) y baja, la CAR ha cofinanciado la construcción, ampliación y optimización de otras 39 plantas de tratamiento, además de obras complementarias.
El río Bogotá transporta las aguas residuales de cerca de 10 millones de personas. La inversión realizada para satisfacer la demanda de saneamiento y de adecuación hidráulica del río por parte de la Corporación, alcanzará una cifra cercana a los 3.8 billones de pesos. Todos estos proyectos alcanzarán su fase de terminación antes del año 2023 y juntos lograrán que, en promedio, 146 mil toneladas de carga contaminante orgánica y 118 mil toneladas de sólidos suspendidos, dejen de llegar al afluente cada año, avanzando definitivamente en la recuperación de la vida en nuestro río.
Contar con un saneamiento adecuado brindará mejores condiciones para la fauna y flora nativa, además de favorecer la rehabilitación de los ecosistemas de ribera. Por su parte y junto a los procesos de reforestación que avanzan sobre la ronda, la descontaminación del río Bogotá permitirá el regreso de especies insignes como el Pez Capitán y la Tingua Moteada (ave acuática), altamente amenazadas en Colombia.
El río estará disponible como recurso hídrico para usos agrícolas y pecuarios, convirtiéndose en un motor de desarrollo para su cuenca, la cual aglutina el 32% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. De la mano con la actualización de los planes de ordenamiento en la región, junto a un río vivo, será posible albergar mejores propuestas de integración territorial acompañadas de un crecimiento urbano/rural ya no de espaldas al afluente, sino en comunión con la preservación de las fuentes hídricas.
Además, la cuenca del río Bogotá se renovará como espacio de congregación ciudadana en torno a actividades de turismo, navegación, investigación y recreación activa y pasiva. Puntos emblemáticos del afluente y su cuenca, como los humedales o el Salto del Tequendama y su bosque de niebla, recuperarán el protagonismo de otros tiempos como fiel testimonio de la historia del río.