En algún lugar de las selvas de la zona bananera y ganadera de Urabá se encuentra Dayro Úsuga David, más conocido como ‘Otoniel’, el líder máximo del llamado por el Gobierno, ‘Clan del Golfo’. Úsuga ha luchado durante los últimos meses no solo contra las fuerzas del Estado que lo persiguen, sino con una cruda enfermedad que lo mantiene casi inmóvil y escondido, solo custodiado por sus hombres que, por la forma en que habitan, pasan desapercibidos y llegan a ser casi invisibles en el lugar donde se encuentran. Esta es la historia del hombre que se someterá antes del 7 de agosto a la justicia y que promete con él desmovilizar 1700 hombres que conforman lo que ellos denominan “La empresa”.

La historia

Dayro Úsuga ha logrado despistar a las autoridades quienes aun con el imponente operativo denominado ‘Armagedón’ y que busca por cielo, mar y tierra dar con su paradero, se mantienen en la clandestinidad, gracias a su disciplinada rutina y cuidadosa metodología de comunicación con la que logra que no se levanten sospecha dando cátedra a sus tropas de cómo no cometer un error.

Alias ‘Otoniel’ no se mueve de donde está por los problemas de hipertensión que lo tienen ya sometido y porque el cerco creado por la policía y los militares se ha venido cerrando de tal forma que, prácticamente, ha impedido que le lleguen religiosamente sus medicinas y los productos alimenticios especializados bajos en contenido de sal. Es tan cuidadoso que nada de lo que le llega puede estar empacado en sus envases originales porque teme que la basura lo delate. Tampoco hace fogatas para que el humo no sea una señal ni permite que sus hombres camuflados de campesinos de la zona utilicen teléfonos móviles ni equipos de comunicación que puedan ser interceptados.

Allí, en medio de la selva, se levanta un rancho de madera y paja -como los que le enseñó a construir su padre Juan de Dios Úsuga Orrego desde la infancia-, donde se mantiene con limitado movimiento y en su cama. Ese rancho fue construido por sus hombres bajo sus instrucciones, tan igual a los que levantaba también con su hermano mayor Juan de Dios, cuando en las fincas del Urabá, en medio de la nada, dedicaban sus días a la cría de ganado hasta que llegaron las Farc y les comenzaron a robar los animales. Luego estas tierras comenzaron a servir de escenario en el teatro de operaciones de combate entre ejército y guerrilla, acabando con la tranquilidad de lo que había sido una sana infancia y un trabajo digno de ganaderos y campesinos que buscaban solo vivir en la zona.

Esos años cambiarían las vidas de su hermano Juan de Dios y del mismo Dayro quienes desarrollaron tanto odio hacia las Farc que terminaron enrolados en el único grupo armado que les hacía frente por el control territorial: El Ejército Popular de Liberación (Epl). Allí, Juan de Dios, y Dayro, su hermano, se adiestraron militarmente en accionar de guerrilla, entrenamiento de combate y desarrollaron intuitivamente las habilidades que los llevaron años más tarde a poner al Estado en jaque.

Las Auc

Una vez desmovilizado el Epl el 20 de enero de 1991, los hermanos Úsuga intentan volver a sus vidas, pero ahora los territorios del Urabá están controlados por quienes alguna vez los combatían como guerrillas. Eran tiempos de la expansión de las autodefensas campesinas del Magdalena Medio y Urabá. Mientras Vicente Castaño desarrollaba su accionar en el Magdalena Medio, al Urabá había llegado Carlos Castaño y es él quien los recluta. Para la época, los hermanos Úsuga eran queridos por la comunidad y la recomendación popular llegó a oídos de Castaño, quien necesitaba hombres sin miedo para poder expandirse y controlar la zona.

Con el paso de los meses, los hermanos Úsuga comenzaron a demostrar de lo que eran capaces en la guerra y fue así como rápidamente Carlos Castaño les encomendó viajar a los Llanos Orientales y recomponer las autodefensas en esa zona, en donde más que intentar nacer, parecían ya morir. Los hermanos Úsuga aceptaron el reto y llegaron pisando fuerte. Lo primero que hicieron fue una purga interna y en poco tiempo levantaron lo que denominaron unas autodefensas fuertes y combativas. Los logros en los Llanos les fueron reconocidos, siendo llamados por los hermanos Castaño de regreso al Urabá. Para ese momento ya las autodefensas del Magadalena Medio y el Urabá pasaron a llamarse Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).

Al regreso de los hermanos Juan de Dios y Dayro Úsuga David a territorio bananero, les fue confiada la operación de las Auc en Urabá. No solo pesaban los exitosos desempeños dentro de la organización criminal sino en la localidad, pues eran queridos, respetados y respaldados por los habitantes de la zona. Ahora los Úsuga tenían tropas, mando y ventajas especiales al ser conocedores, como pocos, de todo el territorio la zona bananera.

Juan de Dios se convirtió en uno de los más altos comandantes de la Auc. Por encima suyo estaba Fredy Rendón, alias ‘el Alemán’, quien hasta ese momento controlaba la zona; por debajo, en la estructura, estaba Dayro alias ‘Otoniel’. Hasta ese momento, jamás pensaba que llegaría a controlar una de las más temidas empresas del crimen y el narcotráfico.

La fundación de “La empresa”

Cuando los hermanos Úsuga David llegaron a su territorio de origen, el Urabá, y les fue encomendado el accionar paramilitar de las Auc, se acercó a Carlos Castaño uno de los más reconocidos narcotraficantes que buscaba protección y una opción para salir avante de la persecución que las autoridades tenían sobre él. Se trataba de Daniel Rendón, alias ‘don Mario’, quien había sobrevivido a los tiempos de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín cuando cuidaba laboratorios y controlaba la producción para los hermanos Moncada. Tras el ajusticiamiento de sus jefes en la Cárcel de Máxima Seguridad de Envigado, Rendón respaldó a la esposa de los Moncada y se unió al Cartel de Cali en persecución de Pablo Escobar y en la fundación de ‘los Pepes’. Fue ahí en donde conoció a Carlos Castaño Gil, quien aportó todo el aparato militar para combatir a Escobar. Rendón hereda en medio de la guerra de carteles no solo laboratorios, sino rutas y dinero. Cuando es perseguido nuevamente, acude a Carlos Castaño a quien le ofrece comprar una franquicia de las Auc, preferiblemente en Antioquia, y es cuando ‘don Mario’ pasa a tener los servicios de los hermanos Úsuga, posando de jefe paramilitar a cambio de dinero.

La relación entre ‘don Mario’ y Juan de Dios siempre tuvo altibajos. La posición de recorrido en la milicia por el Epl y por las Auc le habían formado el carácter, basado en el respeto de quien es superior por méritos y desconocía que quien pagara por servicios y fuera dueño de la franquicia, se considerara jefe. No obstante, el dinero fluía y Juan de Dios, como comandante, soportó tal situación. Una muestra pública de lo que fue esa tensa relación se conoció cuando Rendón fue capturado y el general Óscar Naranjo, entonces director de la Policía Nacional, le interrogó sobre Juan de Dios, a lo que ‘don Mario’ respondió: “Es un animal”.

Con las negociaciones de paz de Ralito, que dieran como resultado la desmovilización de las autodefensas, los hermanos Úsuga vivían por segunda vez un proceso de este tipo, pero la amenaza de las Farc continuaba rondando los territorios del puerto de Urabá. Es así como con el aprendizaje que les dio el tiempo al lado del narcotráficante Rendón, quien se demovilizó, los hermanos Úsuga mantienen las tropas y crean lo que denominaron “La empresa”, la misma que el Gobierno Nacional, después denominó ‘los Urabeños’, ‘Clan Úsuga’ y finalmente ‘Clan del Golfo’.

Ahora el dominio fue total para Juan de Dios como comandante y jefe de “La empresa” y en su segundo escalón de la estructura estaba Dayro Úsuga, alias ‘Otoniel’.

El gran operativo de desaparición

Para las autodefensas, el término desaparición tenía dos significados: uno de ellos era el violento, que consistía en cegar la vida de la víctima dejando su cuerpo reducido a la mínima expresión, hasta el punto de que sus partes eran diseminadas, incineradas, lanzadas a los ríos o al mar e incluso enterradas en diferentes lugares, de tal manera que no fuera posible tener rastro de las personas asesinadas. El otro significado era literal: desaparecer como por arte de magia, manteniendo la vida, pero escabullirse de tal manera que jamás pudiera ser encontrado.

Al rededor de esos dos significados se tejió el mito de la desaparición de Carlos Castaño, cuya autoría corresponde a “La empresa” según cuentan allegados a ‘Otoniel’. Sin saber quién ni por qué, los hermanos Úsuga reciben la solicitud de despejar el territorio y facilitar que Carlos Castaño sea retenido. En Pueblo Nuevo, el líder de las autodefensas campesinas era respetado, al punto que caminaba por sus calles sin escoltas y solo acompañado de su arma al cinto. La costumbre de Carlos Castaño era acercarse hasta el único lugar del pueblo que tenía internet, pegado de la antena de Edatel que estaba al lado de la iglesia. Se trataba de un pequeño local donde se vendía chance. Hasta allí Castaño llegaba y cumplía su rutina de revisar las noticias internacionales y luego los medios nacionales, para saber qué decían de él.

Ese día, la orden de los Úsuga fue pagar a Jesús Ignacio Roldán Pérez, alias ‘MonoLeche’, para que fuera el encargado de llegar al sitio con unos hombres en una camioneta, retener a Carlos Castaño y llevárselo en el platón de atrás de la camioneta con el destino desconocido y “desaparecerlo”. En el pueblo todo el mundo sabía lo que iba a pasar, todos estaban preparados y nadie podía decir nada por orden de Juan de Dios Úsuga y Dayro.

Así se hizo el operativo, la camioneta se alejó rápidamente por los polvorientos caminos de Pueblo Nuevo creándose el mito en el lugar de que Carlos Castaño no fue asesinado, sino que fue “desaparecido”, fingiendo su muerte y muchos aseguran que vive en algún lugar del mundo de manera tranquila, tras haber llegado a algún acuerdo con las autoridades.

Ante la opinión pública, el plan de los hermanos Úsuga fue que ‘MonoLeche’ se hiciera responsable por la desaparición, dijera lo que quisiera para justificar que no existieran restos del líder de las Auc a cambio de una muy buena cantidad de dinero que asegurara su futuro y el de su familia. Al menos eso cuentan las fuentes cercanas a la organización. Por su parte, otro de los ingredientes que contribuyen a la generación del mito de la “desaparición” de Carlos Castaño, sería la versión de Medicina Legal, que certificó, con base en rastros de ADN, la muerte de quien fuera el líder de las Auc. Por su parte, los más cercanos a la historia en Urabá dan cuenta de que ese sería parte de los compromisos negociados con las autoridades nacionales y extranjeras para, efectivamente, desaparecer del mapa dejando de delinquir.

Entre tanto, en todo el Urabá el mito crece y las dos versiones conviven entre sus habitantes, con quienes creen que efectivamente está muerto y quienes creen que, como por arte de magia, logró desaparecer con vida.

El nuevo comandante de “La empresa”

Pero ¿cómo es que Dayro Úsuga David, siendo el segundo en la estructura de “La empresa” termina siendo el jefe máximo de la organización que puso en jaque al Estado colombiano? Este episodio lo resumen muy rápido. Siendo Juan de Dios Úsuga, alias ‘Giovanni’ el comandante de “La empresa”, comenzaron las persecuciones contra la organización que, sin ser paramilitar, fue a remplazar con las armas una nueva modalidad de tráfico de drogas en el país. Es justo “La empresa” la que antes que enviar droga al exterior, vio potencial de desarrollar mercado como proveedor del interno expandiendo las redes de microtráfico tendidas por ‘don Mario’, con centros de mando y distribución en Montería, Santa Marta, Valledupar y Cúcuta.

Medellín, para ellos, fue la joya de la corona que siempre han querido tener como botín de guerra, ciudad que ha sido tradicionalmente fortín de La Oficina. La estabilidad se logró por años con el llamado “pacto del fusil” que se suscribió en el área rural del municipio de San Jerónimo en el 2013 en una reunión de alto nivel entre los líderes de las facciones en pugna, con la consigna de “no nos pisemos las mangueras”. No obstante, “La empresa”, ha tenido algunas zonas de dominio dentro del Valle de Aburrá. Fue gracias a Jesús López Londoño, alias ‘mi Sangre’ quien tenía línea directa con los Úsuga y La Oficina, que mientras duró el “pacto del fusil”, “La empresa” fue proveedora de la droga que se distribuía en gran parte por la ciudad.

Fue así como Juan de Dios entró en el radar de las autoridades colombianas quienes lo combatían con la colaboración de agentes de los Estados Unidos, tras ingresar en la lista de los más buscados por el departamento del Tesoro y la DEA. Fue así como las Fuerzas de Seguridad del Estado le tendieron una redada en zona selvática del Urabá chocoano muy cerca de la frontera con Panamá, siendo dado de baja el 1º de enero de 2012 en medio de una fiesta familiar por Año Nuevo. De la muerte de Juan de Dios, a manos de las fuerzas armadas del Estado, fueron testigos sus hermanos y hermanas, los sobrinos y su madre, Celsa. Algunos afirman que la muerte fue ajusticiamiento más que un enfrentamiento, porque Juan de Dios no habría puesto en riesgo la vida se sus familiares en un enfrentamiento, prefiriendo rendirse para evitar, en un combate, que alguno de los niños y familiares resultaran lesionados.

Tras la muerte de ‘alias Giovanny’,  Dayro Úsuga David, alias ‘Otoniel’ se convertía en jefe máximo de “La empresa” en medio de varios frentes de guerra por el control territorial de la zona, como fue contra ‘los Rastrojos’, ‘los Paisas’ y una serie de pequeños reductos armados a quienes ‘Otoniel’ les dio la sentencia de unirse o morir. Como una de sus primera y trascendentales órdenes como nuevo jefe de la organización y para mostrar poder, lo primero que ordenó fue un paro armado en las zonas de influencia y centros de mando.

Los nexos con los carteles mexicanos

En medio de la coyuntura, ‘Otoniel’ comenzó a mirar más allá del mar y tras multiplicar las hectáreas de cultivos de hoja de coca en una gran parte del norte del territorio colombiano, comenzó a expandir la organización criminal por el Bajo Cauca antioqueño hasta llegar al departamento del Valle del Cauca, Cauca, los Llanos Orientales, gran parte de la zona del Catatumbo y se atrevió a ocupar santuarios que antes eran de las Farc y el Eln, librando batallas que multiplicaron los muertos a lo largo y ancho del país.

Ya controlando una gran red de cultivo, producción y distribución nacional de droga, el dinero fluía sin inconvenientes y demostró su capacidad retadora con varios paros armados para demostrar al Estado el tamaño de la organización, pero los excedentes comenzaron a estancarse. Entra en la historia uno de sus primos, Alexánder Montoya Úsuga, un personaje que comenzó el mundo delincuencial en las filas de las milicias urbanas de las Farc, en el barrio Zamora, de Medellín, desde cuando todavía era menor de edad.

A los 16 años, este joven se entrenó en la milicia y posteriormente terminó prestando su servicio militar obligatorio. Al salir, Álex no encontró trabajo y se enamoró de su prima hermana, Nini Johana Úsuga David, hermana de Juan de Dios y Dayro, quedando ella en embarazo. Cuando los Úsuga fueron llamados por Castaño para que asumieran el control de las Auc en Urabá con la franquicia de ‘don Mario’, en su paso por Medellín llamaron a Álex a quien reclutaron y le dieron poder y tropa dentro de la organización, pues el joven, en concepto de los hermanos, estaba bien entrenado.

Con su desempeño, los hermanos Úsuga envían a su primo hermano Álex al Valle del Cauca para comandar allí la salida de la droga a través del puerto de Buenaventura y para que generara rutas de envío y comercio. Su mano dura fue determinante para lograr el control con la ayuda de Camilo Torres, alias ‘Fritanga’. Tras el éxito en el encargo y con la coyuntura muerte de Juan de Dios, fue llamado nuevamente para que se hiciera cargo del diseño de nuevas rutas y de la logística para el envío de los cargamentos y fue ascendido a segundo en la estructura.

Álex y ‘Fritanga’ crearon una ruta marítima por el Caribe, que resultó ser segura y difícil de interceptar por parte de las autoridades, en un recorrido de pequeñas distancias en embarcaciones que desde Urabá terminaban en algunos cayos de San Andrés y de allí, en boyas flotantes, dejaban en altamar la droga que era recogida por expertos pescadores de la ciudad de Bluefields, en Nicaragua, en donde Álex compró a gran parte de los habitantes del pueblo que, tras rescatar los embarques, los trasladaba hasta Honduras y las selvas de Belice. Para “La empresa”, Honduras es su centro de acopio y Belice, su zona de tránsito. Este último lo  debieron abandonar por los fuertes controles de las autoridades inglesas, que son las que rigen el territorio.

Entre tanto, en México, los capos del cartel de ‘los Zetas’ cartel fundado por Arturo Guzmán, alias ‘el Chapo Guzmán’ también buscaban expandirse, y más que ser comercializadores llegaron a un acuerdo para que los carteles mexicanos fueran propietarios de cultivos y laboratorios de coca en Colombia a cambio de un porcentaje por el derecho de explotación, asesoría en el transporte y administración de los laboratorios a cargo de “La empresa”. Tras varias reuniones se concretó el negocio que terminó con el robo de una avioneta y de un helicóptero. El primero fue el robo de una avioneta, el 10 de junio de 2012, en Carepa. La avioneta fue secuestrada para trasladar a Álex hasta Honduras donde cerraría el negocio con los mexicanos. El segundo, el helicóptero Bell 206, matrícula HK4511, que fue robado por una pareja en pleno vuelo cuando viajaba entre Cali y Buenaventura en julio de 2015 y luego encontrado en Condoto, Chocó. En esta oportunidad, Álex ordenó la interceptación de la aeronave para sacar del país a uno de los capos del cartel de ‘los Zetas’. Según los allegados sería el mismo ‘Chapo Guzmán’.

Es así como “La empresa”, también llamada el ‘Clan del Golfo’, fue la encargada de traer los carteles mexicanos que ahora operan en Colombia y que ocupan bases urbanas en barrios populares de varias ciudades, incluyendo Medellín; es propietaria de cultivos y laboratorios y que se fueron conectando con más grupos delincuenciales a lo largo y ancho del país siendo ahora, incluso, socios de las disidencias de las Farc, el Eln y bandas criminales independientes que operan de manera zonal en territorios cultivados de coca.

Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia

Llegados los tiempo de negociación de paz con la Farc, en La Habana, Dayro exploró las posibilidades que tenía para colarse dentro del proceso y potenció las ideas que dentro de la organización tenía el caldense Abimael Coneo Martínez, alias ‘Torta’, quien con el ánimo de considerar una posible negociación con el Estado y partiendo de la base que para llegar a ello era necesario obtener un reconocimiento ideológico-político, ideó una nueva forma de denominación y accionar que conllevara una ideología de izquierda que pudiera calar y, tal vez, adherir a las negociaciones en Cuba.

Es así como ‘Torta’ comienza a generar una agresiva estrategia de cambio de rostro dentro de las filas de “La empresa” y comenzó a realizar labor de base bajo cuyo motor estaba en un periódico doctrinal que se denominó “El Gaitanista”. Para el 2015, el proyecto avanzó con la creación de las denominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia, confundiendo al comienzo a los pobladores de las zonas de influencia de si se trataba de un nuevo grupo en conflicto, hasta que para poder unificar la identidad se reconocieron como el mismo Clan.

El propósito era enviar una delegación de las AGC a La Habana y negociar que se incorporara entre el paquete de puntos con el G0bierno colombiano que estas autodefensas fueran parte de las Farc y así desmovilizarse. Pero todo se frustró con la captura de Coneo Martínes  alias ‘Torta’ por parte de las autoridades el 17 de febrero de 2015. Algunos nacientes seguidores de la doctrina gaitanista continuaron por un tiempo actuando con ese nombre, sobre todo en la zona del corregimiento de San Antonio de Prado en Medellín, pero desligado de la organización.

No obstante, desde ese momento, ‘Torta’ había hecho ya los primero pasos, entre ellos la destinación de cerca de cien millones de pesos para conformar un grupo de abogados que buscaran un acercamiento con el Gobierno y explorara una posible desmovilización garantizando beneficios. El terreno estaba abonado.

El plan de entrega

Ante la difícil situación de salud que aqueja a Dayro Úsuga David y en virtud de los acuerdos de La Habana con las Farc, este vio una oportunidad y conformó un grupo de abogados a quienes les encomendó la misión de hacer acercamientos con el Gobierno Nacional con miras a una posible entrega y desmovilización de “La empresa” y que el mismo Gobierno llama el ‘Clan del Golfo’.

La misión inicial dio sus frutos y se estableció una rutina que generaría una muestra de poder mutua entre las fuerzas del Estado y los armados ilegales multiplicando los ataques, muertos, bloqueos, acciones de allanamiento. Mientras, los primeros diálogos avanzaban en la búsqueda de una fórmula que llevara a una desmovilización como la de las Farc.

El primer inconveniente fue que el ‘Clan del Golfo’ como organización criminal y narcotraficante estaba definida como Bacrim (Bandas Criminales) por parte del Estado, lo que los alejaba de cualquier posibilidad de negociación de paz, por no tener ningún componente ideológico-político que les permitiera acogerse a beneficios de ley.

Es así como comienza una ronda de consultas en el Gobierno que pasó por los despachos de los ministerios del Interior, Justicia, Defensa, Fuerzas Militares, Policía y hasta Fiscalía, el Congreso y el mismo presidente Juan Manuel Santos. Es ahí cuando comienza a fraguarse el proceso de crear un plan de entrega.

Tras varios meses, Dayro Úsuga es informado por parte de los abogados de que la ruta encontrada entre todos los consultados era la de la creación de una ley de sometimiento para bandas criminales que de manera genérica introdujera a muchas bandas, pero que incluyera los términos que los miembros de “La empresa” necesitaban para solucionar sus problemas.

Es así como el grupo de abogados comenzó a hacer el borrador de un proyecto de ley que debería ser sometido a las discusiones de las bancadas del Congreso de la República, en una iniciativa que buscara la desmovilización y el sometimiento a la justicia de las bandas criminales, aprovechando la ola de paz que vivía el país.

Según los Úsuga, ha sido bastante costosa la inversión de la creación de la ley. Sin que den detalles del monto invertido, explican que entre el lobby realizado a transportes de personal, logística, pago de honorarios a abogados y asesores, lo destinado a gestión dentro del Congreso y congresistas, relaciones públicas y todo lo que ha sido la redacción de proyecto de ley, la suma es multimillonaria. Y es que el proyecto de ley fue hecho a la medida del ‘Clan del Gólfo’.

Es entonces como el borrador de proyecto de ley fue entregado el 5 de septiembre de 2017 con un mensaje de Dayro Úsuga David alias ‘Otoniel’ en el que reitera al presidente Juan Manuel Santos su intención de sometimiento a la justicia.  El proyecto de ley original llega al Congreso el 25 de octubre, en autoría de los abogados de Dayro, y con la exigencia de que se blindara, sobre todo, el artículo que descarta que puedan ser extraditados. Pero una vez entró al proceso y escrutinio del legislativo en el Congreso, el proyecto de 30 páginas, que fue radicado como una propuesta del Gobierno fue modificado y, tras la aprobación del mismo y la sanción presidencial, el texto final no les gustó a los líderes comandados por Úsuga, aunque reconocen que el espíritu se mantiene, tanto que la entrega es inminente.

Entre los facilitadores para la desmovilización y entrega está la Iglesia Católica, que de manera discreta viene jugando un papel importante como garante -más que intermediaria-, entre las partes. Más que los abogados y los funcionarios, las gestiones que se adelantan las lidera la iglesia, que es la institución de mayor confianza y mayor credibilidad para Dayro y es en la que más confía, a pesar de que mucha de su familia es ferviente seguidora del cristianismo no católico, incluyendo a Celsa David, la madre.

Los opositores a la entrega y desmovilización

Pero dentro de “La empresa” o ‘Clan del Golfo’, no todos sus miembros han estado de acuerdo con la decisión de alias ‘Otoniel’. Los opositores comenzaron a revelarse y tratar de desligarse de la organización. Es entonces cuando la acción de las Fuerzas Armadas y la inteligencia militar comienza a dar golpes fuertes a hombres del Clan en todo el territorio nacional en diversos operativos y comienza a crecer el cerco en contra de varios de los hombres cercanos a las estructuras.

Dentro de “La empresa” se dice que tales golpes no son del todo mérito exclusivo de una evidente arremetida del Estado que ha dado resultados y sugieren que ha sido el mismo Dayro Úsuga quien ha facilitado información importante para dar con la ubicación para neutralizar (como dicen a quienes son dados de baja) y capturar a miembros de la organización que, curiosamente, venían siendo los opositores al proceso de entrega y desmovilización.

Con esto, la estrategia de ‘Otoniel’ fue la de demostrar al Gobierno que la manifestación de la entrega era real y sincera y que estaba dispuesto a negociar la desmovilización de los 1700 hombres que dice tener. Con esta muestra de buena voluntad, lo que Dayro no calculó fue que la ofensiva del Ejército iría más allá y el cumplimiento del deber constitucional del las Fuerzas Armadas era con decisión. Fue así como con la ofensiva los diferentes macro operativos militares han cortado los suministros, el flujo de dinero que permanece escondido y sin posibilidad de llegar, siquiera a gran parte de sus tropas, que no tienen pago hace ya varios meses.

Esta situación ha hecho que muchos de los aparentes nexos entre el ‘Clan del Golfo’ y otros grupos ilegales enemigos como el Eln sean registrados por los medios, pero en realidad, como lo reconocen en “La empresa”, han sido parte de las tropas sin dinero que, con el afán de sobrevivir y ante el rumor de la entrega y desmovilización, se han unido a disidencias de Farc, o a frentes del Eln o, incluso, están montando sus propias organizaciones independientes.

Una de ellas es la que opera en el Bajo Cauca antioqueño, columna de la que comenzaron a perder el control.

La urgencia de la entrega

Según cuentan las fuentes allegadas a Dayro Úsuga -y quienes han permitido que IFMNoticias.com conozca todos estos detalles- la entrega debe realizarse antes del 7 de agosto, día en que el presidente Juan Manuel Santos deja el poder y lo asume el nuevo presidente Iván Duque. Y es que ‘Otoniel’ no tiene simpatía por el expresidente Álvaro Uribe Vélez ni por nada que signifique uribismo. Para él lo ocurrido con la desmovilización de las autodefensas fue una traición, pues tras la negociación muchos de los paramilitares desmovilizados terminaron siendo extraditados.

Es por eso que cuando los abogados redactaron el proyecto de ley de sometimiento a la justicia, uno de los puntos negociados directamente con el presidente Juan Manuel Santos fue la no extradición de los miembros del ‘Clan del Golfo’ a los Estados Unidos y buscaron a toda costa blindar este artículo. Por esta razón, la entrega, dicen, debe hacerse en menos de 10 días y pactar la desmovilización, de manera tal que cuando Iván Duque llegue al poder, ya esté iniciado el proceso y sean respetados los términos de la rendición.

La entrega es inminente y a ella le seguirá la desmovilización de 1700 hombres que conforman las tropas en todo el país, todos en busca de garantías y beneficios que les permita pagar sus deudas con la justicia y con el país, en territorio colombiano.

En los últimos días, en Medellín, se habla de extraños movimientos de helicópteros y lo mismo ocurre en Urabá. Los ciudadanos son testigos y atribuyen estos sobrevuelos inusuales a la adecuación de un ambiente propicio para desmovilizar el ‘Clan del Golfo’.

Investigación y Publicación de ifmnoticias.com  Somos MedialCo