Por Lola Portela

Luto por el departamento del Amazonas. Me temo que allí tendremos miles de víctimas a manos de este bicho inclemente, que desde ya parece pasar cuenta, con intereses, a los más incautos y débiles.

Tengo un dolor profundo, no sólo por el abandono y olvido de esa región, sino por la indiferencia, durante décadas, de los entes de control frente a las denuncias de corrupción local.

Ya no podremos devolverle la vida, o la voz, a personas como el diputado de la selva Camilo Suárez Torres, y a otros tantos, pero su pueblo, y nosotros: colegas, sí debemos pedir que los responsables de tanto robó paguen su deuda histórica, como debe ser.

Esos ladrones merecen una cárcel al estilo Guantánamo. O un lugar donde por cada peso robado reciban un dolor de cualquier índole.

Es cierto que estamos frente a una guerra científica mundial, que anunció vencernos, pero en Amazonas se debe iniciar una batalla frontal contra los corruptos. Allí ese flagelo tiene nombres y su pueblo los conoce, pero tal vez resolvió guardar silencio al ver que “a esos nada les pasa”, y con ello, sin saberlo, se han vuelto cómplices inocentes.

No es el momento de callar. Es tiempo oportuno para denunciar y aprovechar los ojos que este gobierno central tiene en el departamento actualmente.

Los medios de comunicación y todos los periodistas debemos volcar las investigaciones y hacerle el seguimiento a cada denuncia archivada, porque hay responsables de este desmadre en la salubridad del Amazonas.

Hay responsables de no contar con buenos hospitales tanto en Leticia, como en Puerto Nariño, ni con centros médicos en los corregimientos. Sé, de buena fuente, que hasta se tramitó un hospital fluvial y los gobernantes de turno, no lo recibieron. Hay responsables de no contar con agua potable. Hay responsables de no tener una educación que no alcanza los estándares nacionales y mucho menos los internacionales.

Y hay culpables de que el Amazonas aún no cuente con la conectividad e internet, que hoy salvaría vidas, a través de la telemedicina y permitiría mayores controles estatales; mejor educación, pero por supuesto, hoy comprendo, que estar desconectados era lo conveniente, pues les interrumpía o visibilizaría las acciones corruptas de unos cuantos.

Si Amazonas no cambia: será responsabilidad de cada hijo de la selva o amazonense indiferente.

Denunciar es liberarse de la esclavitud política corrupta que ha gobernado el pulmón del mundo durante décadas.

¡Levanten su voz!, que llegó la hora de denunciar a los delincuentes ladrones hasta de los beneficios sociales que tampoco les llega.