Por Lola Portela
¡Muy pinochos! resultaron ser las Farc, al afirmar con una negativa todo lo que nacional e internacionalmente fue su realidad e hicieron, como grupo alzado en armas, revolucionario, o como gusten llamarlo. Señores y señoras colombianos, la verdad de los hechos siempre sale a la luz. Así como el sol no se puede tapar ni con eclipse de luna. Por eso considero que decir la verdad, le hubiera hecho ganar puntos a ese grupo hoy por fortuna desmovilizado.
Sólo esperamos que el pueblo, amañado al clientelismo, que todo lo compra y vende (por votos) no crea en las «promesas» de campañas, que hoy inician con firmas, peleas internas en los partidos, trampas y mentiras y con una lista enorme de «aspirantes» a la presidencia. Y en cuanto a Senadores y Representantes creo que lo sano es investigar, conocer los resultados de su gestión. Más allá de si les dieron para el pan y el queso, por no decir si cumplieron con las «vacunas políticas» tan propias, como corruptas que se manejan en la mayoría de las regiones del país.
No olvidemos que es el pueblo quien escoge y, mediante su voto, lleva al poder a correctos o corruptos. Así que los resultados de las próximas elecciones no serán culpa de Santos, ni de Uribe, ni de las Farc, del ELN y mucho menos de la pobre vaca. Los responsables de la buena, o mala, elección seremos todos y cada uno de nosotros: el pueblo, los del pueblo. Y para eso debemos oir, mirar y ver, pero no al son de la salsa. Sino al ritmo de pensar en el futuro del país, de nuestras generaciones.
En lo personal, no le temo a los procesos de paz. Ojalá todos los grupos alzados en armas se sienten a dialogar. Como en el matrimonio, es mejor un mal acuerdo que una vida de perros y gatos o de infidelidad eterna. En lo político es mejor un país de hombres armados: con ideas, que con fusiles en mano.
Como colombiana, asesora y veedora política les confieso que me inquieta la pereza democrática de los colombianos. Pensar que hemos tenido alcaldes, en el poder, con tan sólo 700 mil votos. Eso habla de un país que mucho crítica y poco aporta y le importa a la hora de escoger el futuro.
Y es que parece que no entendieran que todo es transversal a la política, el pueblo regional colombiano aún no entiende que un TLC (tamal, lechona y cemento) para ser más claros 50 ó 100 mil pesos no puede ser el precio del futuro de la educación, la salud, la vida laboral de sus hijos. Sí ellos son el presente y por nosotros y ellos debemos obrar, con responsabilidad política, sin más indiferencia al voto, por un país mejor.
Votar es un derecho, analizar para hacerlo bien es un deber para poder criticar y exigir con argumentos.