Por Henry Amorocho Moreno

Los principales retos económicos que asume la administración del Presidente Petro, después de despejarse la ruta financiera 2022 – 2023, con las aprobaciones de la Ley de presupuesto y la reforma tributaria; son los de un ineludible compromiso constitucional con la sostenibilidad fiscal y el crecimiento de la economía. Puesto que, pese a que se aprobó la reforma tributaria; su socialización y debate se tornó álgido, dejando un panorama confuso, en el escenario económico nacional y en los mercados internacionales. Sin embargo, es preciso destacar, el componente emocional que, se generó por declaraciones salidas de tono técnico, como las del gremio de los industriales, quienes manifestaron que, los empresarios tendrían una carga fiscal del 60%. Ante lo cual el Ministro de Hacienda, con cifras oficiales demostró que, la carga fiscal solo era del 30%. Así mismo, el gobierno apaciguó el temporal de la crisis del sector minero- energético, dándole continuidad a la Presidencia de Ecopetrol; y generando señales amables, aunque no abiertamente contundentes, sobre la suspensión o no de la realización de nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo.

Todo lo anterior, generó incertidumbre y especulación en el mercado cambiario que, mantuvo el dólar sobre devaluado en octubre y parte de noviembre en cerca de $ 460 por sobrecompras del mismo. Igualmente, la divisa, ha transitado por sucesivas jornadas de bruscos movimientos de volatilidad a la baja y al alza que lo mantienen en cerca de $4900. De la misma manera, se espera que siga bajando y subiendo hasta alcanzar un comportamiento cercano a los $4750 a finales de diciembre/22.No obstante, es importante aclarar que el crecimiento económico comienza a perder dinámica, al darse un crecimiento del 7% en el tercer trimestre del año en curso. Esto es un indicativo de que el consumo comienza a rezagarse por un aumento continuo de la tasa de interés, que a la vez se traduce en desaceleración del crecimiento, tal como se registra en agosto con un comportamiento del 9% y en septiembre del 4.2%.

En síntesis el descenso en el consumo de los hogares que cayó en un 2,2% nominal. Esta es una de las consecuencias de enfrentar la inflación de manera constante, con tasas de interés y sin acciones que conduzcan a fomentar la producción en los distintos sectores de la economía colombiana. Asimismo, el consumo también se ha afectado por el tríptico inflación, devaluación y la disminución de la demanda de crédito.

Por otra parte, si visualizamos el panorama de una economía que, en diversos frentes también muestra señales halagüeñas como el crecimiento de las exportaciones no petroleras en cerca del 23%, el crecimiento de las reservas internacionales, la inversión extranjera directa y las remesas; es por lo que se requiere tener una clara ruta de inversiones públicas que no permitan mermar el crecimiento de la economía por debajo del 2,8 % en 2023; pese a los estimativos menores que ha venido calculando el Banco de la República, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE y el Banco Mundial. De la misma manera, se espera que el Estado fortalezca el sector agrícola y la manufactura con los anunciados subsidios a los fertilizantes y el arancel cero para insumos agropecuario e igualmente con una política integral de apoyo a las exportaciones menores con financiación cifrada en el adicional de presupuesto que, junto con el Plan Nacional de Desarrollo, tendrá su trámite en el legislativo a partir de feb 7 de 2023.

Para honrar el criterio de sostenibilidad fiscal, es necesario que, el Estado como un todo inicie diálogos para evitar la volatilidad y la especulación del dólar, soportados en la aplicación del principio de coherencia macroeconómica que, contempla la coordinación que debe existir entre el Banco de la República y el gobierno nacional en cuanto a las metas monetarias y fiscales. En este escenario esperamos que las tasas de interés comiencen a ceder, e inmediatamente la inflación empiece a estabilizarse cerca de finales del primer trimestre de 2023. Así mismo, el Banco de la República debe demostrar el músculo que, como autoridad monetaria tiene, para que, mediante control persuasivo, no permita que fuerzas subnormales de la economía sigan incidiendo en la devaluación especulativa de la tasa de cambio que perjudica ostensiblemente la actividad productiva y la demanda agregada de los colombianos. Igualmente, es preciso que haya una aterrizada discusión del incremento del salario mínimo para 2023 que, tenga como referente de indexación la inflación básica.

Finalmente, es pertinente señalar que, dados los comportamientos de las variables económicas aquí analizadas y una activa y adecuada ejecución del presupuesto y de la política pública del Estado, se de un crecimiento económico a finales de 2022 cercano al 7%; una tasa de interés cercana al 12.3%; inflación del 12.5%; tasa de cambio cercana a los $4.750; un crecimiento proyectado de 2.8 % con inflación del 7% para el 2023 y disminución del déficit fiscal cercano al 5% del PIB sin fondo de combustibles.

Henry Amorocho Moreno

Profesor Universidad del Rosario