Se inicia un nuevo año y con él, un nuevo periodo de expectativas y anhelos en el cumplimiento de los sueños colombianos.

Nosotros soñamos con un país donde no nos cambien anualmente las reglas del juego tributario. Ya somos uno de los países en el mundo que mayor porcentaje de impuestos paga y que proporcionalmente no tiene las mejores condiciones de vida equivalentes a los tributos pagados; donde haya seguridad; donde la educación sea prioridad de los gobiernos; donde encontremos buenas vías en las ciudades como en las áreas rurales.

Donde no haya corrupción; donde el desarrollo urbano se haga en forma planificada y por tanto ordenada; donde cada día haya menos pobreza y se disminuya el abismo que hay entre el sector rural y los centros urbanos; donde haya tecnificación y financiación del sector ganadero y agrícola que permita su desarrollo; donde la atención a la salud no se refleje en la crisis hospitalaria.

Donde los precios de la gasolina, a pesar del bajo precio del petróleo, no sean los mas caros internacionalmente hablando; donde la tramitología no nos atropelle; donde la justicia impere y no haya impunidad; donde derrotemos las malas costumbres políticas; donde el conflicto armado que tenemos por ya mas de cincuenta años se termine; en fin, donde construyamos un país mas vivible y menos egoísta.

Para ello requerimos derrotar y castigar ante todo la corrupción, que los gobiernos ejerzan el liderazgo que permita que todos los colombianos hagamos un frente común y convoquemos a una alianza para que avancemos en la construcción de una salida política, en la terminación del conflicto armado que sea en el marco de la verdad, la justicia, la reparación a las víctimas y el Estado de Derecho que permita construir la paz para todos y entre todos nosotros.

No podemos permitir que nuestros hijos cuando en el futuro hagan el análisis de la etapa de nuestras vidas, lleguen a la conclusión que fuimos inferiores a las decisiones y acciones que nos correspondió realizar. Es el momento y el año para trabajar unidos por Colombia y por los colombianos.

Hemos logrado que ya en el exterior no se nos vea como los parias del mundo. Que nuestros pasaportes ya no sean el símbolo del narcotráfico y la violación de los Derechos Humanos.

Ahora tenemos que avanzar para consolidar nuestra mejor imagen con realidades que no pueden ser otras que fortalecer nuestros valores éticos y morales y mostrar un país en desarrollo, lleno de posibilidades, donde el orden, la justicia, la educación , la cultura y la civilidad sea la columna vertebral de nuestra Nación.