Por Álvaro Ramírez González

La salida de 50 generales de la cúpula de las FF AA, fue el remezón más brusco y drástico que haya conocido el país. Además, fue un mensaje a la sociedad colombiana, que Petro no quiere que quede rastro de lealtad a Duque, y así los miembros de la nueva cúpula sean de menor jerarquía y experiencia, Petro quiere lealtad nueva y total, para poder voltear patas arriba las políticas y los criterios de autoridad.

El desmantelamiento del ESMAD es un mensaje de simpatía a los vándalos y terroristas urbanos. Las revueltas serán atendidas en primer lugar por unos «negociadores», y si no las detienen, saldrá un ESMAD, con distinto nombre, muchas menos armas de choque y claramente debilitado.

Las masacres están disparadas. En las zonas coqueras no hay tregua. En el Bagre y Caucasia del Bajo Cauca antioqueño, van 17 asesinatos en los últimos 10 días. En Puente Aranda, Los Mártires y Kennedy en Bogotá, van tres masacres con 20 muertos embolsados en los últimos 10 días. Orito, Putumayo, en el Bajo Guamuez, registra una masacre de seis jóvenes asesinados. En Buga, Valle, acaba de ocurrir otra con dos hombres y una mujer asesinados. Y en el sur de Bogotá, al momento de escribir este artículo, aparecieron tres muertos metidos en una carreta.

Las invasiones de tierras, sin duda, van a ser la impronta de este gobierno. Empezaron los indígenas del Cauca, invadiendo las tierras planas del norte de ese departamento, todas con propietarios legales y todas altamente productivas. En esas tierras trabajan directa e indirectamente con los ingenios, más de 80 000 personas.

Los municipios negros de esta región ya anunciaron que no permitirán esas invasiones. Y el gobierno Petro se desmontó por las orejas y no quiere ejercer la autoridad, haciendo respetar la propiedad privada. Y entra en clara contradicción con la nueva política agraria de Petro, porque esas sí son altamente productivas. Acaban de invadir una finca palmera y ganadera en Curumaní, Cesar, de propiedad de Don Guillermo González. 100 campesinos de Curumaní que se autodenominan «Comité campesino de recuperación de tierras», están allí sin dar argumento alguno.

Los trabajadores de la finca, los finqueros vecinos y el Ejército acudieron a desalojarlos.

Pero sin duda, este plan de líderes de izquierda para invadir fincas apenas empieza. El nombramiento de Giovany Yule, líder indígena del Cauca, experto en Primera Línea, bloqueos e invasiones, como director de la Oficina de Recuperación de tierras, es un claro mensaje a los finqueros de que las invasiones de tierras estarán por todas partes. Y con ellas revivirá el paramilitarismo y el derramamiento de sangre.

La justicia restaurativa que propone este gobierno y que plantea una conciliación entre víctimas y victimarios, es altamente peligrosa e impune pero solo busca disminuir el hacinamiento en las cárceles. Un tonto y mal elaborado golpe de astucia. Ahora viene también un cambio en la política de extradición, claramente favorable a los delincuentes. La extradición rompe la cadena de mando entre los capos y su gente. Acabarla es llenar las cárceles colombianas de capos llenos de dinero, corrupción, violencia y más narcotráfico.

Todos estos cambios, suenan a improvisación y a impunidad. Para terminar, la suspensión oficial de la fumigación de los cultivos de coca y la idea de la legalización total de la marihuana, huelen igualmente a favorecimiento o acompañamiento a la delincuencia organizada.

Este gobierno hizo todos esos cambios en la cúpula de las FF AA, porque no va a ejercer ninguna autoridad. Y la delincuencia sin la presencia de la autoridad, caminando libre, suelta y sin reglas, nos va a llevar a una guerra total. Los cambios que trae Petro son contracíclicos por que producirán efectos contrarios a su cometido. ¡Y fatídicos!

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