Por Carlos Villota Santacruz
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Cruzando la calle Santos de Piedra, el Parque Bolívar, ese apacible remanso de sombra, es descrito por Gabriel García Márquez – Premio Nobel de Literatura 1982- como una plaza bulliciosa llena de vendedores en pleno siglo XIX y en cuyo frente estaba el Portal de los Escribanos. En este lugar de Cartagena, los habitantes de la ciudad la conocen hoy como el “Portal de los Dulces”
Ese es uno de los apartes de una de las novelas más famosas de “Gabo” “El amor en los tiempos del cólera”, que se vuelve real en una ciudad Patrimonio de la Humanidad, en la costa caribe de Colombia, que le extrañan, le abrazan con nostalgia, al recordar que si estuviese en vida, tendría 90 años.
POLITIKA.COM.CO -rinde a través de esta crónica un homenaje a García Márquez- recorriendo las calles de Cartagena, comprobó que es el escenario perfecto para contar el apasionado romance entre Fermina Daza y Florentino Ariza, a finales del siglo XIX.
El libro habla que el amor de Florentino guardó por Fermina por 51 años, 9 meses y 4 días, comenzó en una casa a un costado del Parque “Los Evangelios”, que en realidad se llama Parque “Fernández Madrid”. Varios de sus transeúntes que nos topamos en el recorrido, que conocen la obra de “Gabo” advierten que “es fácil imaginar a Florentino mirando a Fermina caminar con el andar de venada que le hacía parecer inmune a la gravedad”
Fue justo, en la Casa de Don Benito, donde vivía Fermina, donde Florentino desató “un cataclismo de amor que medio siglo después aún no había terminado.
Es que Cartagena encierra magia, Color, belleza, historia, patrimonio, pero a la vez abraza la pluma de García Márquez. “El amor en los tiempos del cólera” se hace más profunda al pasar por la catedral Santa Catalina de Alejandría. La Iglesia está ubicada en la calle “Santos de Piedra” junto a “la Plaza de Proclamación” y al Parque “Bolívar”.
Fue en este lugar, donde Florentino tomó la determinación feroz de ganar nombre y fortuna para cortejar a Fermina. En este sitio de la ciudad le entregó la primera carta de amor, donde Fermina y Juvenal Urbino –el doctor que pensaba acaba con el cólera en el pueblo- se casaron. También done tuvo lugar el entierro de Juvenal, quién murió trágicamente al tratar bajar un loro que estaba en un árbol.
Seguimos caminando y recorriendo las calles de Cartagena, una ciudad que tiene un “encanto” que va más allá del corazón. En ese andar nos topamos con una sueca Laila, con raíces colombianas, que lleva en sus manos el libro de García Márquez. En una de sus páginas reseña que la morada de Florentino en la “Casa de las ventanas”.
Ella, la sueca esta extasiada con el relato. Quiere buscar pistas. No quiere perderse el rumbo por el Centro Histórico. “Creo que sus calles aparecen un laberinto. Fueron la inspiración para una de las más bellas historias de amor jamás escritas en el mundo”, dice
Aunque Gabriel García Márquez ya no este físicamente. Su pluma y su obra “palpitan” de una manera única por la Cartagena que amo. Donde compartió con amigos y extraños. Paso de ser un reportero y cronista del diario “El espectador”, al hombre más universal de Colombia. Prueba, de ello, que en su ausencia, su trabajo vive y pasará de generación en generación. Por algo, sus cenizas, descansan en la ciudad amurallada.