Con estadísticas regionales disponibles a 2015, encontramos que, el país tiene una de las peores distribuciones del ingreso percápita, en el mundo; la cual se manifiesta con mayor profundidad en las denominadas ciudades, que en el mismo campo. Asímismo, desde los años 80, se ha podido observar que en los distintos estudios de carácter regional, se vislumbra un rezago en la distribución del ingreso de los hogares, que ubican a Colombia en una desventajosa posición mundial, en la que clasificamos en Latinoamérica, solo por encima de Bolivia y Haití.

De la misma manera; C/bia, en sólo 3 años entre 2013 y 2016; ha disminuído su ingreso percápita en cerca de un 48%, que representa en grado sumo un alto empobrecimiento de la población C/biana.

Así también, la sideral diferencia entre los ingresos percápita de países de la OCDE y C/bia; que llegan cerca a un 1.500% apróximadamente; nos harían aparecer, como el socio megapobre de la posible inclusión del país, como miembro de la OCDE.

Por otra parte, el catastrófico desastre del Huracán ético y moral, que arrasa a C/bia; muestra que después del terremoto de Reficar, los temblores de Odebrecht, y la presunta financiación de la multinacional Brasileña, a las campañas presidenciales de 2014; También hay que adicionarles, los denominados tsunamis del Senador que confiesa que presuntamente lo extorsionó un Ex-Presidente de la Corte Suprema de Justicia; y el tsunami que de hecho producirán, los ya conocidos ventiladores encendidos del Ex-fiscal anticorrupción, del Ex-Gobernador que orquestó el reciente y atroz robo a Córdoba; y el ventilador del también privado de la libertad, y por demás conocido Senador Bernardo Elías.

Finalmente, toda la anterior amalgama de desigualdad regional, económica, ética y moral; no dejan de tener sus más profundas consecuencias, en una desaceleración económica que se atiza; y que pese a unas leves señales de recuperación del sector industrial en Agosto/17; cerrarán de todas maneras, con un crecimiento económico del 1.6%, que es menor en aproximadamente un 20%, al crecimiento registrado en el señalado PIB de 2016.

Así las cosas, sobre la administración de la Hacienda y las Finanzas públicas del país en 2017, se producen vientos huracanadamente apocalípticos, de ineficiencia en la gestión de lo público; matizados por variables como el rezago del recaudo tributario, el retroceso en la ejecución de la inversión pública; y el inusitado aumento de la deuda externa; que requieren respuestas estructurales, como una profunda reforma a la parte administrativa de la DIAN, que conduzca a la obtención de abundantes recursos frescos, para apalancar el desarrollo económico, no con el incremento de tarifas tributarias, sino con el de la base gravable, de aquellos contribuyentes, que hoy no tributan, pese a que disfrutan de todas las ventajas de la provisión de bienes y servicios, y de las muy conocidas externalidades positivas del Estado.

Felices días

Henry Amorocho Moreno.