Después de la caída del avión Metrojet ruso en la península del Sinaí el 31 de octubre, el cual ocasionó la muerte de 224 personas, hay solo una conclusión aparentemente compartida por todas las partes: el avión se desintegró antes de caer y en realidad sucedió en una altura considerable, lo cual explica la ubicación dispersa de las piezas en la región montañosa de Egipto.

Las operaciones de búsqueda y rescate permitieron recuperar la caja negra del avión, y es precisamente el análisis de esta información la que genera más dudas en torno a las circunstancias que generaron el accidente, ocasionando un enfrentamiento entre las versiones de los Estados y la aerolínea sobre lo sucedido.

Ayer lunes en una rueda de prensa, el director Ejecutivo de Metrojet, Alexander Smirnov, afirmó el avión no presentó fallas técnicas ni humanas, por lo que “la única explicación sería un impacto externo”. Así, dando a entender que el accidente fue generado por un tercero, y el más obvio es el Estado Islámico (E.I). que ya había anunciado su autoría sobre este hecho a través de Twitter.

Las versiones gubernamentales contradicen un poco esta teoría. De acuerdo con Paul Beaver, analista militar británico, es improbable que el accidente se haya causado por un misil o bomba externa, debido a que E.I. no cuenta con armas que tengan alcance más allá de 10.000 pies. No obstante, no descarta la posibilidad de una bomba en el avión. Por su parte, Robert Galán, experto francés en aviación, afirmó que existen dos posibilidades “ya sea una bomba plantada en el avión o sabotaje mecánico”, lo cual no saldría en la información de la caja negra.

Así mismo, Alexander Neradko, jefe de la Agencia de Transporte Aéreo rusa, dijo que no se podían sacar conclusiones al respecto y que un acto de terrorismo no es seguro. Así mismo, el  presidente egipcio Abdel Fattah al Sisi afirmó que «la propaganda según la cual el avión se estrelló por culpa del E.I. sólo es una manera de hacer daño a la estabilidad y a la seguridad de Egipto», desestimando las preocupaciones sobre un ataque terrorista.

El tema es que hay mucho en juego. Para Rusia es devastador que el accidente haya sido causado por un ataque externo, debido a que Putin vendió al pueblo ruso el apoyo al régimen de Al–asad en Siria como un aporte a la seguridad y la democracia interna, por lo cual, un ataque de E.I. implicaría los ciudadanos rusos son objetivo del grupo yihadista. Para Egipto es una tragedia debido a que el país se ha visto diezmado por la disminución en el turismo debido a la situación de inseguridad en la zona, y precisamente el accidente ocurrió el día antes del lanzamiento de la campaña nacional para reactivar esta actividad económica, denominada “Esto es Egipto”.

Pero para la aerolínea también es terrible. De acuerdo con la versión oficial los chequeos pre-vuelo indican que el avión estaba en perfectas condiciones y que los miembros de la tripulación jamás dieron una señal de alerta. No obstante, en un programa televisivo ruso, se citó a Natalya Trukhacheva, la esposa del co-piloto Sergei Trukhachev, quien afirmó su esposo se quejó antes del despegue, diciendo que el avión “dejaba mucho que desear en términos de sus condiciones técnicas”. De igual forma, investigaciones han arrojado que dicho avión estuvo precisamente en un accidente en El Cairo en 2001 en el cual se quebró la cola. La pregunta es si las reparaciones fueron suficientes o desestimaron un problema estructural de la aeronave.

Esto es lo que se sabe del accidente:

El avión es un Airbus A321-200 que tiene 18 años. Fue previamente operado por  compañías libias, turcas, saudíes y sirias, con un total de 21,000 vuelos y aproximadamente 56,000 horas de servicio. Se había chocado en Cairo en 2001 donde se desintegró la cola y posteriormente fue reparado.

El avión despegó a las 5:51 a.m. (hora Cairo) y aproximadamente 23 minutos después empezó a descender a 6.000 pies por minuto, subiendo y bajando varias veces, hasta que finalmente desapareció de los radares. No obstante, parece ser que la velocidad disminuyó a 100 millas por hora, más lento que lo necesario para un vuelo seguro. No hubo señal de alerta de la tripulación.

Ruta y datos de velocidad y altura 

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La gran mayoría de pasajeros eran rusos.

Las versiones no parecen tener punto de encuentro hasta el momento, y debido a lo que está en juego para todas las partes es improbable que la verdad se aclare pronto.