Por Carlos Villota Santacruz
 
“Los sueños existen, hay que saber dónde encontrarlos”: con estas palabras el presidente de Colombia Juan Manuel Santos saludó e hizo un homenaje a los artistas y  cultores nariñenses al recorrer la senda del Carnaval de Negros y Blancos, hace un año, un día como hoy. El 6 de enero de 2013, en la primera visita de un mandatario en ejercicio -en el día magno- en una de las fiestas populares más importantes del mundo y elevada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
“Hacer de la calle un gran escenario de cultura como ocurre en San Juan de Pasto, lo convierte en un referente en los cinco continentes dijo el Jefe del Estado. “En el Carnaval hay creatividad, productividad y eficiencia. Esta conjunción de elementos hacen la fiesta popular una puesta en escena que llena el corazón de sus habitantes y de los turistas nacionales y extranjeros”, apuntó.
Y es que esta ciudad –a las faldas del Volcán Galeras- aparte de ser la capital del Departamento de Nariño del 2 al 6 de enero, rinde un homenaje a sus raíces ancestrales, a través un desfile en la senda del Carnaval donde el protagonistas son hombres y mujeres que dan vida a las comparsas, las murgas, las carrozas y colectivos coreográficos, cuya característica principal es la capacidad de expresar sentimientos de paz, arte y convivencia a quienes las viven y las observan.
En una palabra -Santos quién postuló su nombre como aspirante a la reelección- fue testigo como el arte efímero se convierte para los pastusos en el mejor espacio para la integración sin fronteras, al punto que  no solo trasciende en el tiempo,  deja huella en la historia, sino que además,  coloca una semilla en las presentes y futuras generaciones, a partir de un ciudadano alegre, comprometido con entorno local, gracias a la llamada “pintica” de color blanco.
Si se “desempolva” esta tradición en “el corazón” andino de Colombia –a menos 6 horas por carretera de la ciudad de Quito, capital del Ecuador- pensar hace dos décadas que el Carnaval de Negros y Blancos se convirtiera en un referente mundial en materia cultural, era casi una utopía. Y mucho menos que el presidente del país se convirtiera en un ciudadano más, al lado de los artesanos.
En tiempos de globalización y de internacionalización de la economía con el concurso de los TLC, la fiesta popular –que nació en 1927- se ha levantado de una manera silenciosa pero firme; como un punto de encuentro para los artistas, y cultores, “Hemos encontrado en el Carnaval un escenario de proyección personal y colectivo capaz de mejorar su calidad de vida. El Carnaval es patrimonio de los pastusos, de los nariñenses y de todos los ciudadanos del mundo que aman la cultura”, dicen.
Con un trabajo de todo un año y en tan solo cinco días, el Carnaval se convierte en un “Embajador” para vender la historia, el presente y el futuro del departamento de Nariño. “Sus habitantes de nacimiento y adopción aprendieron a salvaguardar un tesoro tangible e intangible como el Carnaval, que heredaron de sus antepasados. “En sus calles en el 6 de enero, los pastusos aplauden sus raíces, retransmiten su cultura y reposicionan su historia ante Colombia y el mundo”, señaló el presidente Juan Manuel Santos un año atrás.
Una reflexión que invita a leer la Constitución Política de 1991 del país suramericano, cuando en uno de sus apartes normatiza: “la cultura es sus diversas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad. El patrimonio cultural de la nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y representaciones de la cultura que son expresión de la nacionalidad colombiana”.
En San Juan de Pasto están a “flor de piel. Se siente en sus calles, se percibe en el aire, se escucha en retumbar de música de la región, en la sonrisa de hombres, mujeres y niños de todas las condiciones sociales.
No en vano el presidente Juan Manuel Santos reconoció su admiración por el arte hecho cultura en el Carnaval de Negros y Blancos 2013. “En San Juan de Pasto se siente más el amor de ser colombianos, de sentir amor por lo que somos y lo que tenemos. “Viva Pasto Carajo…y su patrimonio cultural”…subrayó emocionado en medio de  serpentina,  cosmético y  carioca.
Fue un instante que quedará registrado en la memoria de quienes lo vivieron. El día en que el mandatario colombiano dejó por un momento su investidura, para en una forma libre y espontánea pasó de espectador de la fiesta popular a actor. A ser protagonista del juego del día de “Blancos”, a recibir el calor humano en las calles de ciudad de San Juan de Pasto de quienes hacen del Carnaval la escuela pública de convivencia más grande del país.
Santos cumplió su promesa de hacer presencia en la fiesta popular. Fue una acción positiva en favor del turismo cultural del departamento de Nariño, poseedora de una gran diversidad lúdica y natural, con cuya “arma”  busca salir al paso a la violencia, al desplazamiento, a la degradación del medio ambiente, al narcotráfico, al conflicto armado y su misma condición geográfica: asentado en el Valle de Atriz, a las faldas del Volcán Galeras, donde se escucha su voz: ¡Viva Pasto carajo….! En el 2013 su protagonista fue  un ciudadano común y corriente.
Un colombiano más. Fue el Jefe del Estado Juan Manuel Santos. Hace parte de la historia del Carnaval de Negros y Blancos. Un mensaje de paz desde la tierra de Agustín Agualongo para el país y el mundo.