Por Lorena Rubiano Fajardo
La extracción de petróleo, carbón y minerales trae, y aún lo hace, un costo para el medio ambiente.
Bono
Indudablemente, la guerra entre Rusia y Ucrania tiene al borde de una gran crisis energética a Europa, la cual afectaría también al resto del planeta, porque Rusia, ha sido y sigue siendo un importante proveedor de recursos energéticos con un récord de cumplimiento en sus obligaciones contractuales.
En la medida de que se acerca el invierno, aumenta el nerviosismo por las graves consecuencias que pueda ocasionar, especialmente sobre la población infantil y los adultos mayores.
Los europeos tendrán que calcular bien y buscar un acuerdo humanitario, que les permita replantear el ingreso de gas, además de evitar la gran contaminación que produce el carbón.
Teniendo en cuenta que las autoridades de los respectivos países cerraron el suministro de gas a través de Ucrania y de Polonia, además de oponerse al lanzamiento del gasoducto Nord Stream 2, son intentos de culpar a Moscú por los problemas en el suministro de energía en la Unión Europea (UE).
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, cuestionó el retorno de la Unión Europea a apostar por el carbón para producir electricidad, mientras que otros países de la antigua Unión Soviética, encabezados por Polonia, han expresado su preocupación por la falta de gas, además de la consecuente subida de precios en el mercado.
El combustible fósil “representa el pasado” comunicó Guterres a Sputnik al referirse a la intención de los países de la UE de cortar el suministro de gas y comprar carbón.
La compañía alemana Uniper volvió a poner en marcha una central térmica de carbón cerrada en 2020. La instalación, situada en el este de Alemania, había sido clausurada en el marco del Pacto Verde Europeo que buscaba convertir el continente en 2050 en el primero en alcanzar la neutralidad climática con emisiones cero de gas de efecto invernadero.
Guterres instó a apoyar la «revolución verde» y apostar fuerte por las energías renovables para resolver los problemas.
Polonia ha sido uno de los primeros países en declarar la escasez de carbón, sus depósitos están vacíos y, por ende, los precios de combustibles se multiplicaron por cuatro.
En Alemania, considerada la locomotora de la UE, advierten que muchas compañías se verían obligadas a cerrar o disminuir su producción debido a las elevadas tarifas de la energía. El 21 de julio, la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, afirmó que el Gobierno temía revueltas sociales por el encarecimiento del gas.
El alivio para Alemania puede llegar por el nuevo gasoducto Nord Stream 2, construido por un grupo de importantes empresas energéticas europeas, entre ellas la compañía rusa Gazprom, y listo para operar.
La infraestructura, que conecta a Rusia y Alemania por el fondo del mar Báltico eludiendo la problemática Ucrania, continúa bloqueada por el Gobierno de Olaf Scholz.
La Unión Europea, en su conjunto, está en una carrera contrarreloj para conseguir cantidades de gas que suplan las entregas desde Rusia.