En el Diario El Universal de Cartagena de Indias, la columnista Soqui Rodríguez, escribió “extraño a los maladrines”, refiriéndose a aquellos gobernantes que lograron gestionar desarrollo para la histórica ciudad que hoy está a la deriva por cuenta de un nefasto gobierno que llegó en paracaídas con un falso discurso anticorrupción.
En la columna manifiesta que “extraño los bribones que usaban el presupuesto distrital para mantener las calles pavimentadas y los canales limpios. Extraño los malandrines que gestionaban recursos de la Nación para obras de importancia como el Centro de Convenciones que incluyó el traslado del mercado público lejos del Centro Histórico. La obra limpió el ombligo de la ciudad y nos abrió las puertas al mundo turístico de los congresos, reuniones, ferias y exposiciones
Extraño los malandrines que gestionaban grandes eventos para Cartagena como la XXII Asamblea General del BID, Cumbre del G8, XI Cumbre de Jefes de Estado de Países No Alineados, IV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, Foro Económico Mundial, 10ª Conferencia de las Partes del Convenio de Basilea, Cumbre de las Américas, Cumbre Mundial de Alcaldes y Mandatarios Afrodescendientes, 57° Comisión para América Latina de la Organización Mundial de Turismo y muchos más. Todos ellos ponían los ojos internacionales en nuestra ciudad que se beneficiaba no solo por su imagen, sino por las grandes inversiones que se hacían como requerimiento para recibir personajes ilustres. Eventos que aprovechábamos para dejar al corralito como una tacita de plata y a sus ciudadanos con algunos dólares más en su bolsillo.
Extraño los malandrines que respetaban la autoridad y le daban una gran importancia a la fuerza policíaca, a las Fuerzas Armadas y a todos esos héroes que arriesgan su pellejo por la seguridad de los cartageneros. Añoro la época en que se hacían grandes consejos de seguridad para planear estrategias que nos conservaran como una ciudad positiva donde habitantes y visitantes nos paseábamos libremente sin miedos. Los uniformados eran los aliados del Gobierno hasta para impedir que los menores de edad entraran a lugares de adultos.
Extraño a los malandrines que escuchaban a los ciudadanos particulares y gremiales para trabajar juntos. Los que se rodeaban de gente que conocía cada sector y les podía dar una mano sacando adelante proyectos de gran envergadura porque entendía que Cartagena es de todos. Se aprovecharon contactos que permitieron inaugurar colegios para 1.440 niños como la Institución Educativa Bicentenario, un megacolegio inaugurado orgullosamente por el presidente de la República de la época y su ministra de Educación.
“Extraño los malandrines que tenían poder en una llamada para que limpiaran la ciudad, recogieran la basura, levantaran invasores de los andenes del Centro y deshicieran cualquier intento de bloquear una calle. Con una invocación invitaban a ministros y organizaban foros en pro de Cartagena. Todos corrían a trabajar por la joya de la Corona. Nos querían y respetaban. Nuestra ciudad jalaba gente y nuestros líderes sabían usar su autoridad en beneficio de ella”.
Sin duda alguna esta columna de opinión refleja el sentir de muchas personas que hoy con tristeza ven como se hunde la ciudad en manos de un hombre que más que un alcalde parece un payaso. Esta opinión hace quedar a William Dau Chamat como un verdadero zapato y ojala ayude a reflexionar para que los electores que quieren un cambio no vuelvan a elegir personajes como este que son un fiasco en cualquier escenario político.