Por Fernando Alvarez

Los videos que filtraron los avergonzados de la campaña de Gustavo Petro en los que se evidencian las estrategias truculentas de la cúpula petrista y donde se habla impunemente en lenguaje mafioso y se aceptan sin pudor prácticas “non sanctas”, en cualquier país del mundo daría para un escándalo de marca mayor que tumbaría cabezas, provocaría autocriticas y generaría serios replanteamientos por parte de candidato demócrata que se respete. Pero en la Colombia de hoy está claro que el cinismo y la desfachatez se apoderaron del escenario y que el todo vale es el nombre del juego. En la campaña de Petro se evidencia que no hay límites en su concepción de recurrir a lo que sea para ganar. Qué diría el Antanas Mockus de hace 15 años cuando decía que “No todo vale” al Mockus de hoy que se alía con Roy Barreras, Armando Benedetti, Piedad Córdoba, Alfonso Prada, es decir lo más granado de la politiquería y la corrupción para apoyar al candidato de Pacto de La Picota y de las bolsas de dinero. Qué opina el Antanas de antaño sobre la estrategia de Barreras en la que se discute que hay que explotar la bomba antes de que la estallen los medios o la contraparte sobre lo dineros oscuros en Suiza o sobre las visitas a narcos en las cárceles con las promesas de no extradición.

En las reuniones donde se planean las directrices de la campaña, en las que el vocero de la guerra sucia, Roy Barreras, se ve totalmente empoderado mientras que Petro se limita a asentir, en las que Clara López se contagia y dice que prometan la no extradición y que luego cambien, o sea que engañen a los mafiosos, se ve claramente cómo aceptan en privado lo que niegan en público sobre el conocimiento que tenía la campaña de las visitas del hermano de Petro a los parapolíticos y de Piedad Córdoba a narcotraficantes. Se nota que ya todos aceptan sin problemas que la combinación de todas las formas de lucha es la táctica que ha adoptado el petrismo. Se ven personajes como Alfonso Prada, exdirector del Sena en la época de Juan Manuel Santos y famoso por los desfalcos denunciados por María Andrea Nieto y por la mermelada que repartió para voltear al Congreso después del plebiscito en que ganó el NO, o Eduardo Noriega, excomisionado de televisión experto en fraudes electorales que fabricaba asociaciones de papel para ganar en carrusel las elecciones en la antigua CNTV, o que se aliaba con NTC y Daniel Coronell Castañeda en su plan para tumbarle al Estado cerca de 20.000 millones de pesos y especialista en jugar con el dinero público con jugosos estudios inútiles para tramar universidades que votarían por él, indican que este tipo de reuniones no está lejos de conformar una asociación para delinquir, o por lo menos una conspiración con prácticas poco éticas, poco estéticas y más bien delictivas.

Los petrovideos que dan origen al petrogate que no será, dejan ver que la moral pública no es lo que guía la campaña del candidato de la izquierda unida a la extrema izquierda, que Roy Barreras le dice a Eduardo Noriega que efectivamente unos dirigentes del Pacto Histórico habían ido a La Picota a prometer la no extradición a narcos a cambio de votos y dinero y propone adelantarse y estallar ellos mismos esa bomba noticiosa para hacerlo de manera autocontrolada, antes de que la exploten los otros, como propone sin el menor asomo de rubor. Las reuniones evidencian que la decisión es abierta y descaradamente la de recurrir al juego sucio, al desprestigio rastrero de los contrincantes, a aceptar dineros sucios en Suiza y a echar a andar el Pacto de la Picota con fines electorales y económicos, pero negarlo y adelantarse a desinformar para menguar el nivel de denuncias que se pueda presentar. Pero si hay algo que resulta lamentable han sido las respuestas de Gustavo Petro y de Roy Barreras en las que, palabras más palabras menos, eso es válido porque todos actúan así y con desvergonzadas explicaciones sobre lo que se conoció tratan de decir, como el esposo infiel sorprendido “in fraganti” que “No es lo que parece”. Tanto Petro como Barreras han salido a los medios a mentir sin ningún decoro sobre lo que se escucha como si lo que ve en los videos no hablara por sí mismo o como si los televidentes y radioescuchas fueran tontos.

Tal vez con la excepción de Clara López y de Juan Fernando Velazco, quienes se han distinguido por hacer política de una forma decente, la mayoría de los participantes son ese tipo de políticos que se consideran pragmáticos, que no tienen escrúpulos y que saben que su negocio hay que conservarlo así haya que meterle lo que sea para ganar. Ya no es solamente la difamación para quemar al contrario, el desprestigio del adversario mediante las bodegas y los hackers, o la manipulación de redes para incidir en las encuestas, ya en la campaña de Petro se entró en la dinámica del todo vale, que usaron los samperistas cuando en la segunda vuelta recurrieron al Cartel de Cali para voltear las elecciones con 5 millones de dólares que se repartieron en la compra de votos en la costa, o la que usó Juan Manuel Santos con el dinero de Odebrecht para voltear la torta cuando Oscar Iván Zuluaga ganó la primera vuelta. El petrismo abrió totalmente las compuertas para que los corruptos diseñen la estrategia final y remontar los votos que la faltan para superar los 11 millones con que ya cuenta el ingeniero Rodolfo Hernández.

Con el agravante de que las prácticas corruptas de la campaña de Petro están hoy avaladas por una serie de periodistas que por evitar que gane cualquiera que tenga votos uribistas se han alineado con Petro, haga lo que haga. Una especie de guerra sucia ilustrada que se impuso definitivamente en la política. Ya no bastan las mentiras, las fake news y las difamaciones, no solo en el mundo on line, que las trae más rápido al tiempo real, sino que ahora se han contaminado las salas de redacción de los medios off line, los cuales al no competir con la inmediatez se supondría que podían intentar mucho más rigor profesional y mayor capacidad de verificación de los hechos o de contrastación de las informaciones. Las redes sociales han sido campeonas en tergiversar las posiciones del contrario, han servido como medio de expresión cuasi anónimo para editar, descontextualizar y convertir fácilmente al adversario en una figura perversa, en mostrarlo como el peor ser humano y en ocasiones hasta pintarlo hasta como un criminal. Los izquierdistas extremos seguidores de Gustavo Petro, con sus bodegas, han convertido durante más de 10 años al expresidente Alvaro Uribe Vélez en algo así como el padre del paramilitarismo, el ordenador de los falsos positivos y en ocasiones con la ayuda de algunos más audaces en temas de calumniar impunemente con herramientas audiovisuales en el jefe de la mafia en Colombia

Esta guerra sucia intenta despertar las emociones y abusar de la explotación de los bajos instintos de aquellas personas decepcionadas de la política tradicional, frustradas y engañadas durante años, pero ahora se logra hacer desde un rincón seudo intelectual. Periodistas, escritores y columnistas como Patricia Lara, Laura Restrepo y Salomón Kalmanovitz, se han montado al bus petrista en el que se embarcaron desde hace rato los periodistas mamertos como María Jimena Duzán, Daniel Coronell, los danieles Samper, que van a hacer causa común con su hermano y tio Ernesto Samper, el del 8.000; Vlado, Yohir Hackerman y otros tantos que extrañan la mermelada santista y que le apuestan a revivirla con Gustavo Petro. La han emprendido contra Rodolfo Hernández haciendo causa común con las bodegas petristas para pintarlo como un machista, racista y xenófobo, como un Caballo de Troya del uribismo, como un ignorante supino mientras que se han lanzado a mostrar a Petro como un prohombre extraordinario, con profundidad conceptual y coherente, así haya apoyado a Chávez y se haya formado en la filosofía cubana. Quieren estos intelectuales mamertizados que Petro encabece un gobierno de izquierda para que haga bloque con Venezuela, Cuba y Nicaragua y con lo que llaman gobiernos progresistas para enfrentar el capitalismo.

Estos ilustres ilustrados creen que Rodolfo por ser rico será un aliado de los ricos y tratan de sembrar la desconfianza en los pobres que votan por el ingeniero. Dicen que los hombres de negocios deben estar por fuera de la política, pero validan que los negociantes de la política estén con Petro porque esa es la realpolitik. No vaya y sea que les pase lo que  sucedió con muchos intelectuales alemanes que se dejaron seducir por la verborrea de Adolfo Hitler, como el caso del célebre escritor y para entonces militar Ernst Jünger o el del inmortalizado jurista Carl Schmitt. O como ocurrió Oswald Spengler y Thomas Mann, que en su momento se obnubilaron con las tesis del nacionalsocialismo o retroalimentaron el concepto del socialismo prusiano como la única alternativa para Alemania porque para ellos reivindicaba los valores nacionales alemanes y la necesidad de un caudillo en una sociedad piramidal y corporativa. Incluso algunos cayeron en la cáscara de la supremacía de la «raza» germánica. Ojo con la guerra sucia ilustrada.