Por: Rubén Darío Mejía Sánchez

Terminó una edición mas del Mundial de Fútbol, Rusia dice adiós dejando un flamante campeón como Francia ante un guerrero y bien organizado equipo como Croacia; que de no ser por la inexperiencia y unos cuantos errores se hubiera colocado la corona en el país de los zares, en donde sus gentes se portaron con amabilidad y civismo, y en donde el propio presidente Putin se emocionó de tener tan ilustres visitantes, como los seguidores del fútbol que amplió su estadía sin ninguna limitación en su territorio hasta fines del presente año.

Civismo, si civismo, eso fue lo que mostraron los rusos en cada uno de los lugares que fueron sedes para este mundial Rusia 2018, las calles perfectamente limpias, el servicio de transporte a la altura y la amabilidad y colaboración de sus gentes, en primer lugar, lo que hicieron que nadie se sintiera extraño en esa bella tierra y que en los diferentes acentos y tonos le gritaban de felicidad al mundo que era la oportunidad de poner sus ojos en Rusia y mirar allí para ir a disfrutar de unas hermosas vacaciones en un país de ensueño, que ofrece todo a sus visitantes.

No se presentaron enfrentamientos entre hinchadas de los diferentes equipos, todos demostraron estar a la altura y aquí el civismo fue el rey del evento, en donde se supo ganar y perder, en donde se supo sufrir y celebrar, en donde se supo decir al mundo que el fútbol es un deporte y que cuando se practica los deportes se pierde o se gana y que no se necesario amargarles la vida a los del equipo contrario sino entender su triunfo y aceptar las derrotas.

El espectáculo de las graderías es digno de tener en cuenta, es digno de que sea visto por los malos hinchas de algunos equipos colombianos, que han sacado corriendo a las familias de los escenarios deportivos y que bueno que las autoridades del futbol se amarraran los cinturones y los pantalones, para hacer que los seguidores de los diferentes equipos puedan compartir en el momento de jugar los partidos y no como ahora que nos estamos portando como gente no civilizada para aguantar que seguidores de dos equipos puedan estar en un mismo escenario deportivo.

Sería que los malos hinchas de Millonarios, Nacional y Santafé, entre otros, no aprendieron la lección que lo bello de un partido de fútbol es ver el colorido mezclado de las camisetas de amos equipos que disputan en el gramado del estadio.

No les dará vergüenza que las notas de prensa internacionales se diga que los hinchas de Millonarios no aguantan la presencia de los hinchas de Santa Fe, Nacional o América en un simple partido de fútbol.

Será que las autoridades no aprendieron de lo que sucedió hoy en el Estadio de Moscú cuando tres hinchas desorientados se metieron a la mitad del terreno y de allí fueron sacados directamente a la cárcel a pagar una sanción carcelaria por más de siete días, que es lo que se cobra en Europa a esos hinchas emocionalmente fuera de tono, que afean el espectáculo haciendo lo no correcto en un evento deportivo como es un partido de fútbol; contrario de lo que había sucedido en Colombia en donde los desadaptados hacen lo que quieren en el estadio y son dejados en libertad por parte de las autoridades que no cuentan con unas leyes y unos códigos que de verdad se hagan respetar.

No solo se ve futbol en un evento deportivo como el Mundial de Fútbol organizado por la FIFA, se ve el acercamiento de todos los pueblos, de todas las razas y todas las creencias y que bueno que el respeto haya sido grande y no se hubiera presentado escándalos en las calles, en los estadios y en los lugares donde los verdaderos seguidores del fútbol se concentraron para vivir la bella fiesta del fútbol.

Dos o tres lunares de desadaptados colombianos y mejicanos se vieron en las redes; pero fue mínima la situación a lo generalizado que fue el buen comportamiento de los miles de aficionados, especialmente de América Latina que estuvieron allí en Rusia y como lo decía un diario de la capital rusa en el día de hoy, estos suramericanos fueron los que trajeron la fiesta, el sabor y la alegría con su manera de actuar y de ser en medio del respeto y calidad humana.

Porque no en Colombia hacer una reapertura de los estadios con la asistencia de las familias y poniendo en cintura a esos desadaptados, mal llamados “hinchas” del fútbol. Esos hinchas que en pleno mundial pusieron en jaque a los ciudadanos en la capital colombiana, porque se estaba celebrando un año más del equipo embajador; si esto hubiera sucedido en Europa y en especial en Rusia, hubieran recibido el castigo que se dan a quienes no respetan las leyes y códigos de un país.

Qué bueno que hubiéramos aprendido de esas cosas que vimos durante un mes y que son buenos ejemplos para todos los que amamos al espectáculo mas grande del mundo, como decía don Alberto Piedrahita Pacheco.

Es muy preocupante cuando escuchamos decir al presidente electo de Colombia que no va a enviar embajador a Venezuela hasta que no termine la dictadura Maduro; y es grave porque como van las cosas, el asunto no es muy fácil, Maduro es bastante terco y si en los tiempos de Chávez fue difícil para el ex presidente Álvaro Uribe, creo que en estos momentos la dictadura Maduro va a ser una piedra en el zapato que le va a robar mucho tiempo para que Duque pueda cumplir otros programas, porque debe estar atento a lo que suceda con las migraciones y el problema de orden público en las fronteras con el hermano país bolivariano. Maduro no es una perita en dulce o mucho menos quienes lo manejan y es cuando se le va a medir el aceite al nuevo Canciller de la República, Carlos Holmes Trujillo, quien debe ser inteligente para no dejarse desgastar con lo que suceda entre Venezuela y Colombia; que a pesar de estar resquebrajada la economía entre los dos países, es importante la relación por la cantidad de colombianos que se ha radicado desde hace varios años en el vecino país. Aquí es donde está en juego la verdadera diplomacia sin olvidar que detrás de Maduro está Ortega y Evo Morales con el patrocinio de Cuba que se cree el papá de los pollitos, si, de los pollitos descarriados.

Hablando de diplomacia, fue un ejemplo extraordinario el que se vio ante el mundo el comportamiento del presidente Putin, anfitrión del Mundial de Futbol Rusia 2018, del presidente de Francia, presidente orgulloso de la selección campeona del mundo y la Presidenta  de Croacia que se robó las miradas de millones de personas en el globo terráqueo por su amabilidad y sencillez y por su honestidad, amabilidad y diplomacia al felicitar a quienes habían acabado de quitarle el triunfo a su equipo amado en franca lid. Esos son los ejemplos que se deben seguir a pesar de que se pueda presentar inconvenientes por una u otra situación con los diferentes países.

En la parte deportiva nos dimos cuenta que hay que perseverar para alcanzar, que no siempre se gana diciendo que se es grande, que se triunfa cuando se esta bien preparado y que el futbol es un deporte en donde no hay ganador hasta que no termine el partido y en donde muchas veces los pergaminos no sirven para nada sino el buen trabajo y la dedicación del técnico y los jugadores.

Comenzó el Mundial con una serie de nombres favoritos y llenos de triunfos y pergaminos, y de un momento a otro fueron diciendo hasta luego y para la casa, y nadie podía creer que un equipo de un país sencillo y pequeño pudiera entrar a la pelea en un evento en donde desaparecían los grandes como España, Brasil, Argentina, Uruguay, Inglaterra y hasta Colombia; pero eso es el fútbol, es un deporte de perseverancia y de suerte, aunque podemos decir que muchas veces el mejor no es el que gana sino el que trata de hacer las cosas mejor.

La selección Colombia dio una lección de perseverancia, de trabajo serio y honesto, en la cabeza de su técnico y sus jugadores, se llegó a octavos de final y se pudiera haber llegado mas lejos si no hubiera sido por loa mano maléfica del árbitro norteamericano; pero así son las cosas, este no fue el mundial de James Rodríguez por su estado de salud, fue una buena llegada de Falcao García, y quizá la manera de sacar en alto el nombre de un jugador vilipendiado en uno de los equipos mas importantes del mundo, Jerry Mina, en el Barcelona y es por eso que ahora puede decir adiós a ese onceno e ir a demostrar en otra escuadra futbolera que es uno de los grandes del fútbol colombiano.

Espero que hayamos aprendido civismo, que el presidente Duque le de fuerza a su cartera diplomática y que un día de verdad reconozcamos con sinceridad el trabajo de Pékerman, dejando de un lado el amarillismo de ciertos colegas periodistas, quienes deberían de trabajar mejor para orientar a los seguidores de los equipos nacionales a abrir las puertas a los buenos hinchas del fútbol y sus familias de los estadios en el país.

rudames@gmail.com