Colombia no ha tenido en los últimos 16 años, una acertada dirección y gestión de lo público, debido a que ha estado navegado en mares agitados, generalmente caracterizados por equívocos diagnósticos; y por la opaca ejecución de la política económica y del gasto de inversión del estado.
El Minhacienda y la junta directiva del Banrepública, no han sido consistentes con una política de reactivación; porque se han rezagado en bajar de manera oportuna la denominada tasa de intervención, y se inclinaron ahora también por la reducción del gasto público en un 0.5% del PIB en 2018.
De igual manera, entre 2000 y 2016; ha sido equívoca, la reducción del salario real, en comparación con el ingreso percápita; en 26 puntos porcentuales. Igualmente, ha sido desacertado dejar afianzar la informalidad como virtual motor de la mitad de la actividad económica del país. Asímismo, ha sido errado, depender del capital extranjero y de los mercados externos deprimidos; pues, se genera dependencia del ahorro externo, en detrimento del ahorro interno; debido a que la dinámica ha corrido paralela con el deterioro de la industria y la agricultura.
Un epílogo de todo lo anterior lo constituye, el no cerrarle de manera contundente los espacios a la corrupción y a la evasión tributaria, que unidas ya suman en 2016, $78 billones, representando el 8.6% del PIB. Es decir aproximadamente 5 veces más el crecimiento del PIB de 2017.
Así las cosas; la Economía C/biana, debe pasar del pan sin levadura de la dependencia del capital extranjero y las exportaciones de TES de US$25.000 millones en 2016; a la pascua de reactivación de la economía; fundamentada en la dinamización del ahorro interno, bajo la égida del impulso a la agricultura y a la industria; y sobre la base de la naturaleza como brújula de desarrollo.
Finalmente, es perentorio pasar de la mera normatividad, a la ejecución y consolidación de una decidida y frontal lucha contra la corrupción, la evasión, y la formalización de la informalidad de la economía; con el apoyo del control social, el fortalecimiento del control interno, y el mejoramiento de la productividad integral de la gestión de lo público.
Henry Amorocho Moreno/17.