Se ha vuelto muy común oir en el escenario de la crítica especializada, que los Presidentes de la última década(2007-2017) han sido manirotos, porque financiaron parte importante del gasto, con los ingresos petroleros; y luego, con el descenso de los precios de los hidrocarburos, esa renta se esfumó, y originó un faltante; que hoy representa un déficit fiscal de 3.6% del PIB.

Efectivamente, el Gasto del Gobierno nacional central, se duplicó en estos 10 años; al pasar del 9% al 18% del PIB. Igualmente, el Gasto público social, también se duplicó en el mismo período, representando el 9% del PIB; también resaltamos el comportamiento del sector salud con un 6%, y el de educación con un 3.6% del PIB respectivamente.

De la duplicación del Gasto público en la última década, resulta un tamaño del estado del orden del 30%, en el que se obtuvo logros en cobertura de salud de 91%, y en cobertura de educación primaria, pero con deficiencias en la calidad, de acuerdo con los parámetros internacionales.

No obstabte lo anterior; el incremento del Gasto público, no ha sido efectivo para reducir la desigualdad; puesto, que según Fedesarrollo el coeficiente Gini es de 53.5%, que es similar al anterior a la expansión del estado.

Así las cosas, estamos en una ruta en que la regresividad reina en el sistema de Hacienda pública; por razones como la mala focalización(Sisben); el regresivo gasto de pensiones que representa el 4% del PIB, y la recurrente regresividad de nuestro sistema tributario; alimentado por múltiples exenciones tributarias; como las del Sector minero C/biano, por ejemplo.

Finalmente, todo indica que hay que revisar la ruta hacendística. Pues, todo derecho implica responsabilidades; y ello incluye como lo afirma la Tercera vía, que todos debemos pagar; para recuperar la senda de la sostenibilidad fiscal, dentro de un ambiente de aplicación irrestricta del principio fundamental de la igualdad constitucional.

Pör Henry Amorocho Moreno/17.