Por Carlos Villota Santacruz
 
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El reto histórico que tiene hoy Colombia, de construir una hoja de ruta alrededor de su historia, el patrimonio, la naturaleza y los valores de sus habitantes, se hizo visible este 7 de abril, en el marco de la celebración de los 204 años de vida de la ciudad, que bajo la administración del Alcalde Alejandro Chard y el acompañamiento de la Gobernación del Atlántico y el sector privado, inauguró el Centro de Eventos Puerta de Oro, en la vía 40.
 
Con este lugar, abierto al público nacional y extranjero, Barranquilla se eleva se eleva como un punto geográfico en el país de transformación y cambio, tendiendo un puente de orden diplomático, comercial, cultural y turístico con los cuatro puntos cardinales del planeta, que tienen en la mira a la tierra el Nobel Gabriel García Márquez, por la tragedia que sacudió a la ciudad de Mocoa, dejando más de 300 muertos, 250 heridos, más de un centenar de desaparecidos y millonarias pérdidas económicas, además del efecto en el territorio de la implementación del proceso de paz con las Farc y el cierre de una primera etapa de diálogo con la guerrilla del ELN.
 
De acuerdo con diversos estudios económicos público-privados, la capital del departamento del Atlántico lidera la presencia de generación de empleo,  de inversión extranjera, a partir de reconocer al río Magdalena, como una fuente natural de desarrollo, donde se teje proyectos de orden cultural, turístico y ambiental, que es interpretado como un acceso de oportunidades y el derecho que tienen los barranquilleros de vivir en paz con seguridad, donde los sueños alcancen a las presentes y futuras generaciones.
 
En otras palabras, el burgomaestre Alejandro Chard, que encabeza este nuevo de desarrollo económico y social,  es  un gobernante que dialoga con los ciudadanos, que a través del poder de la palabra convenció al sector privado, a la academia y a los medios de comunicación de edificar un amanecer distinto de la ciudad, en homenaje al río Magdalena, como una forma de responsabilidad en el actuar y influenciar sobre el Estado, alrededor del respeto a la naturaleza.
 
No en vano, el presidente Juan Manuel Santos, acompañó a las autoridades locales, departamentales y a los ciudadanos en la celebración de los 204 años de Fundación de la “Puerta de Oro de Colombia”, a la que llamó su “novia”. A la que consiente y abraza, no únicamente desde el afecto y cariño. También con recursos económicos: 29 billones de pesos, para hacer exactos, bajo su administración, desde el año 2010.
 
Este es el presente de la “casa de la selección Colombia de Fútbol”. El equipo dirigido por José Néstor Pékerman, que va en segundo lugar en las eliminatorias al mundial de Rusia 2018. El mismo  que está 5 en el ranking de la FIFA. Que levanta aplausos, lágrimas y abrazos en cada juego. Que paraliza a Barranquilla, una urbe calurosa todo el año.
 
Con lluvia o sol, la humedad acompaña sus días y sus noches. Ahora, con la puesta en escena del Centro de Eventos Puerta de Oro, sus habitantes y turistas podrán conocerla más a fondo, caminar por el malecón, una especie de ventana a una de las cuencas hidrográficas más importantes e imponentes de América Latina, donde el llamado de la ecología tiene otro color, otro sabor, incluso un sentir que acelera el pulso el corazón de los niños, hombres y mujeres, de todas las condiciones sociales.
 
El fresco y la brisa de los atardeceres, de la cuna del Carnaval de Barranquilla, Patrimonio de la Humanidad, tienen a partir de este fin de semana, un naciente punto de encuentro, que se comenzará a hablar poco a poco, cuya tarea institucional es la  unidad entre sus habitantes, que cada día se sienten más orgullosos de sus raíces, muchas de ellas europeas, libanesas, asiáticas y africanas.
 
Así se comprueba al caminar por sus calles, en medio la elegancia de sus edificaciones, del bullicio de su gente, de su rica gastronomía. No es atrevido decir que Barranquilla es el “ombligo de la costa norte de Colombia”. Ni que hablar de la belleza de sus mujeres. Una fina sonrisa, que acoge al visitante y la invita a conocer sus tradiciones.
 
Solamente un viajero superficial podría confundir Barranquilla con Barcelona. La razón, se trasforma a pasos agigantados. Lo hace con un estilo propio, valorando su pasado, edificado el presente y proyectándose al futuro, a partir de los lo más rico que posee: su gente.